En mayo de 2016, un hombre desempleado retornó a su casa en Tokio después de visitar una agencia de empleo Hello Work y encontró a su papá inconsciente. Estaba muerto.
El hombre de 55 años tiene una hermana, pero no hizo lo que cualquiera hubiera hecho en su lugar: avisarle y preparar el funeral.
En vez de eso, lavó con una tolla húmeda el cuerpo de su papá y lo acostó en una habitación de la casa en la que ambos vivían. Estaba perdido, no sabía qué hacer y dejaba que los días corrieran, sin tomar ninguna decisión. Mientras tanto, el cadáver de su papá seguía ahí.
No tenía dinero para el funeral. «No poder pagar por el funeral se verá horrible», pensó.
Así pasaron dos meses y medio. Una noche retornó a su casa y se sorprendió al ver una luz encendida. Era su hermana, que había ido a visitar a su papá, preocupada porque no podía ponerse en contacto con él.
El hombre, incapaz de enfrentar la situación, huyó. Pasaba el día en parques y otros lugares públicos. Trece noches durmió fuera de su casa. Cuando, extenuado física y mentalmente, retornó a su hogar fue arrestado por la policía.
En octubre fue sentenciado a una pena de prisión suspendida por abandono de cuerpo.
Llegados a este punto, todo el mundo se preguntará: ¿por qué no le avisó a su hermana?
En declaraciones que recoge Mainichi, el hombre de 55 años dice que como hijo mayor él tenía que asumir la responsabilidad de costear el funeral. Sin embargo, carecía de empleo y apenas tenía 33.000 yenes (270 dólares) a su nombre. El hombre recordó que el entierro y las exequias de su madre trece años atrás habían costado dos millones de yenes (18.000 dólares). No consideró pedir ayuda a su hermana que, con hijos por criar, también la tenía díficil.
Le daba vergüenza hablar con ella, que ni siquiera sabía que estaba desempleado. Le había hecho creer que tenía un empleo a tiempo completo.
No siempre le fue mal al hombre. Tenía un trabajo estable en una empresa de alimentos a la que se incorporó tras culminar sus estudios universitarios. A los 38 años decidió formar su propia empresa. Quebró hace siete años. Ahí comenzó su ocaso.
Sin empleo ni dinero, volvió a casa de su padre. El anciano fue un gran apoyo para su hijo, golpeado por una crítica situación económica y emocional. Además de darle techo, lo acompañaba a una clínica psicosomática para que pudiera tratarse. Cuando el hombre se recuperó lo suficiente como para salir al mundo nuevamente, comenzó a realizar trabajos esporádicos, lo que pudiera encontrar.
La hermana del hombre tiene hijos. Al anciano le encantaba visitar a sus nietos, pero cuando lo invitaban a pasar la noche, él se negaba diciendo que tenía que volver a su casa para cuidar a su hijo (cincuentón y desempleado). El hombre recién se enteró de esto cuando su hermana fue a visitarlo mientras estaba arrestado. Se emocionó hasta las lágrimas, según relata a Mainichi.
Todo eso ya quedó atrás. Ahora, el hombre ora todos los días buscando perdón delante del butsudan (altar budista) donde ha colocado un sobre que contiene las cenizas de su padre. Su hermana tiene planeado enterrar los restos al lado de los de su madre.
No se perdona no haber acudido a su hermana. Aunque tiene 55 años, ya piensa en su muerte y dice que le gustaría que sus restos descansaran al lado de sus padres. (International Press)
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