En mayo, un hombre chino fue condenado por el Tribunal de Distrito de Osaka por el asesinato de su esposa. Las grabaciones de audio y video de los interrogatorios policiales revelaron un gran número de omisiones y errores en la interpretación de lo que dijo.
Su abogado detectó aproximadamente 120 problemas con respecto a la traducción. Por ejemplo, durante el interrogatorio el chino dijo que no había tenido intención de asesinar a su pareja. Eso no se tradujo.
El año pasado, un hombre de Indonesia fue testigo durante un juicio penal en el Tribunal de Distrito de Tokio. La parte demandada halló cerca de 200 errores y omisiones en la traducción de lo que dijo.
Asahi Shimbun expone estos casos en un editorial para llamar la atención sobre los numerosos casos de fallos de comunicación que impiden que sospechosos o acusados extranjeros tengan un juicio justo en Japón.
El país asiático necesita intérpretes judiciales capaces. Ellos son cruciales para determinar la verdad en los casos penales, resalta el diario, que exige la intervención del gobierno de Japón para garantizar una comunicación precisa en los juicios.
¿Qué debe hacer el gobierno, según Asahi?
Establecer un sistema de certificación para intérpretes judiciales y estándares claros para su selección. El problema es que no existe un sistema de certificación. Los tribunales y la policía contratan intérpretes judiciales de acuerdo con su propio criterio.
Un error de interpretación puede conducir a la presentación de cargos penales falsos. Puede ser la diferencia entre la libertad y la cárcel.
Si hay grabaciones de los interrogatorios, los errores y omisiones pueden ser detectados. Sin ellas, es difícil tomar medidas correctivas, advierte Asahi.
¿Cuántos casos de errores de traducción graves, como los mencionados al principio, nunca han salido a la luz?
En 2015, alrededor de 2.700 personas enjuiciadas en Japón recibieron el apoyo de intérpretes en 39 idiomas. Los tres más comunes: chino, vietnamita y tagalo.
Ahora bien, no hay que pecar de injustos y presentar a los intérpretes judiciales como los villanos. Asahi revela que generalmente estos no son bien pagados pese a sus largas horas de trabajo duro.
Una mujer que habla coreano y lleva unos 25 años como intérprete judicial dice que su profesión no es reconocida por la sociedad como un trabajo especializado a pesar de que representa una pesada carga psicológica y una fuerte responsabilidad.
Propuestas para poner fin a esta situación existen y desde hace varios años. En 2013 la Federación de Asociaciones de Abogados de Japón pidió la implantación de un sistema de certificación para intérpretes judiciales y buenos salarios para garantizar que los intérpretes altamente cualificados puedan ganarse la vida como profesionales bien remunerados.
La pelota no solo está en la cancha del gobierno central. Asahi sostiene que jueces, fiscales, abogados y policías también pueden ayudar. ¿Cómo? Tratando de usar palabras que sean fáciles de traducir.
“Como nación bajo el estado de derecho, Japón tiene la obligación de garantizar un proceso judicial correcto y justo para todos”, concluye el editorial. Los intérpretes judiciales son importantísimos para que los extranjeros tengan un juicio correcto y justo. (International Press)
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