Marta O. Craviotto / EFE
Se llama ciudad Uniqlo. Tiene avenidas e incluso un «downtown». Desde su gigantesca nueva sede, donde trabajan más de 1.000 empleados de 20 nacionalidades, el líder nipón de los básicos aspira a arrebatarle la corona mundial del textil a la española Zara.
A pocos kilómetros de donde se situará la villa olímpica de Tokio 2020, con la espectacular silueta de la metrópoli y su bahía de fondo, se erige la impresionante «Uniqlo City Tokyo», la nueva sede del gigante del textil nipón.
Haciendo honor a su nombre, la sexta planta de «Uniqlo City» encuentra su inspiración en Manhattan, y muestra una «ciudad» de barrios dinámicos y entrelazados, repletos de rincones secretos y conectados a través de una gran calle central: una especie de «Quinta Avenida» de 190 metros de longitud.
Grandes retratos de los «embajadores» globales de la marca, entre ellos el tenista nipón Kei Nishikori o el golfista australiano Adam Scott, reciben a empleados y visitantes en la entrada de la nueva sede, inaugurada en febrero en el distrito tokiota de Ariake.
Este amplio espacio de 16.500 metros cuadrados, equivalente a dos campos de fútbol, es la nueva oficina de 1.000 empleados de la marca nipona en Tokio.
Atrás dejan la torre Midtown, en el centro de la capital, donde queda Fast Retailing, la matriz de Uniqlo y tercer grupo mundial del sector textil con una facturación de 17.310 millones de dólares (15.130 millones de euros) el pasado año.
Numerosos percheros metálicos con prendas nuevas llenan los diferentes espacios de trabajo, llamados «lofts» por su amplitud y ausencia de paredes.
La firma nipona, conocida por sus básicos asequibles y la innovación de sus tejidos, se prepara para cerrar los últimos detalles de la colección de primavera-verano de 2018, todavía secreta, algo que impide a los visitantes fotografiar o filmar ciertos espacios.
«Si veis algo, lo tenéis que olvidar», bromea Ai Kanda, del departamento de relaciones públicas de Fast Retailing.
A diferencia de la aún oculta nueva colección, todo en «Uniqlo City» es transparente, desde las salas de reuniones hasta la habitación donde los diseñadores dan los últimos retoques a sus prendas antes de fotografiarlas en modelos.
«Nuestra nueva forma de trabajar está basada en gran medida en la transparencia, también en la forma de comunicarse abiertamente con el resto, e inspirarse de esta manera unos a otros», señala Aldo Liguori, director del equipo global de relaciones públicas de Fast Retailing.
Lo dinámico ha sustituido a lo inamovible: en las mesas no se ve ningún ordenador de sobremesa o teléfono fijo. Portátiles y teléfonos móviles llenan los amplios espacios de esta particular ciudad textil.
Desde su creación en 1984, Fast Retailing ha apostado por la innovación para lograr abrirse paso en el competitivo mercado mundial del textil.
El objetivo de su presidente, Tadashi Yanai -el segundo hombre más rico de Japón-, es ahora desbancar a la española Inditex del número uno.
Este empresario de 68 años es el único que dispone de un despacho en esta «ciudad», aunque esta vez se deja ver entre las mesas que ocupan el millar de empleados de esta sede (aunque Fast Retailing cuenta a nivel mundial con más de 110.000).
En «Uniqlo City» se respira un ambiente joven, internacional y bastante distendido, a pesar de que la cadena textil arrastra la imagen en Japón de compañía que hace trabajar en exceso a sus empleados.
Aunque Uniqlo no desvela cuántos extranjeros hay contratados en su sede de Tokio -aunque sí que proceden de 20 países-, asegura que aspiran a lograr que un tercio de sus empleados de este nuevo emplazamiento sean foráneos.
A mediodía, estos trabajadores abandonan sus puestos de trabajo y llenan de vida la «Daily Special», una cafetería con espectaculares vistas a la bahía en la que se sirven menús diarios que van desde los 450 a los 800 yenes (de 3,5 a 6,2 euros).
Unos 3.000 libros y revistas de moda, diseño, estilo y negocios recubren las paredes de la acogedora biblioteca, donde los empleados pueden relajarse mientras disfrutan de una bebida preparada en la encantadora y recóndita cafetería.
Un «laboratorio de respuestas», donde se insta a los empleados a compartir ideas, un estudio de diseño y una sala de conferencias modular con capacidad para 1.300 personas completan la planificación urbana de «Uniqlo City», diseñada por la firma estadounidense de arquitectura Allied Works y muy alejada de las grises oficinas típicamente japonesas.
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