No hay brecha más dura que la que existe entre unos padres que no pueden comunicarse con sus hijos por la barrera del idioma. Ocurre en Japón, con padres peruanos o brasileños que tienen dificultades para hablar con sus hijos.
Para tender puentes entre unos y otros, en la ciudad de Konan, prefectura de Shiga, funciona desde 2013 un programa público-privado para enseñar español y portugués a hijos de inmigrantes que trabajan en las fábricas locales, revela la agencia Kyodo.
Las autoridades de Konan decidieron poner en marcha la iniciativa tras percatarse de que muchos hijos de inmigrantes que asisten a las escuelas japonesas locales tenían dificultades para comunicarse con sus padres en portugués o español. La falta de comunicación originaba problemas como el ausentismo escolar.
El número de trabajadores latinoamericanos en Konan aumentó en la década de 1990 y cayó tras la crisis financiera global en 2008, pero está volviendo a subir debido a la escasez de trabajadores en Japón.
Konan tiene aproximadamente 54.000 habitantes, según un censo de 2015. Uno de cada 25 es extranjero. Los peruanos y brasileños son importantes minorías.
El programa fue encargado a la Asociación Internacional de Konan (konan-ia.org), una organización que promueve el intercambio entre los residentes japoneses y extranjeros.
El secretario general del colectivo, Masayoshi Tsurue, subrayó la necesidad de crear un lugar donde los niños se sientan como en casa. «Esperamos que Konan pueda servir como un caso pionero para la futura aceptación de los inmigrantes en Japón», dijo.
Por su parte, Takashi Notsu, profesor de educación comparada en la Universidad de Hyogo, elogió la iniciativa de Konan.
«Enseñar a los niños los idiomas nativos de sus padres mejorará la comunicación entre aquellos y sus padres, así como sus logros académicos», declaró a Kyodo. Para el experto, el caso de Konan es un “modelo ideal”.
Las clases de español y portugés se imparten en un edificio de dos pisos en una zona de la ciudad donde operan muchas fábricas de autopartes y de productos plásticos.
Una de las profesoras de idioma portugués es la nipobrasileña Reiko Kinoshita, que entiende los problemas por los que atraviesan los niños, pues cuando ella era pequeña en Brasil hablaba japonés en su casa y portugués en la escuela.
Una de las beneficiadas del programa es Hanani Kudo. Ella tiene 13 años y es bisnieta de japoneses que migraron a Brasil. «Tengo más oportunidades que antes de hablar con mi mamá en portugués gracias a las clases», dice.
Su mamá cuenta que su hija le explica en portugués lo que está escrito en japonés en los folletos de la escuela.
Hanani quiere ser doctora cuando sea adulta para “ayudar a las personas necesitadas en África». (International Press)
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