El número de suicidios en Japón cayó por séptimo año consecutivo. En 2016 se quitaron la vida 21.897 personas, la cifra más baja desde 1984.
Sin embargo, los suicidios de menores se mantienen básicamente en el mismo nivel desde 2007, entre 300 y 350 al año. En 2016, 320 menores de 18 años se quitaron la vida.
El ijime influye en ello. Pese a que en 2013 se aprobó una legislación antibullying, el ijime continúa siendo un grave problema en Japón.
Un alto funcionario del Ministerio de Educación admitió, en declaraciones recogidas por Reuters, que no cree que la ley esté funcionando, “porque todavía hay niños que están eligiendo morir debido al ijime».
224.540 casos de ijime se reportaron en Japón entre 2015 y 2016, un 19 % más que el periodo anual previo. Sin embargo, parte del incremento se atribuye a una mayor conciencia pública sobre el tema, lo que habría llevado a reportar casos de bullying que antes se callaban.
El ijime es especialmente malo en Japón debido a su homogeneidad y a una mentalidad profundamente arraigada en la conformidad que a menudo señala aquello que es diferente para atacarlo, según expertos.
Además, muchos profesores son lentos para tomar medidas, pues consideran el ijime como parte de las disputas normales entre los niños.
Algunas escuelas, sin embargo, se están poniendo las pilas para combatir este flagelo social. ¿Cómo? Por ejemplo, animando a los estudiantes a formar su propio «equipo de vigilancia», que fomenta una cultura de rechazo al bullying.
Reuters pone el ejemplo de Kosuke Isogai, un estudiante de sexto grado y líder de un equipo de patrulla en una escuela en Tokio, quien con los miembros de su grupo corea consignas como “vamos a impedir el ijime juntos” o “no vamos a tolerar la intimidación».
En este caso, esa mentalidad de conformidad que castiga las diferencias se aplica en un sentido positivo. Kosuge cree que en su colegio no existe el bullying porque el hecho de practicarlo haría a su autor diferente de los demás. (International Press)
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