Eliminar el anonimato en las redes sociales favorece la cooperación frente al odio

 

Eliminar el anonimato entre las personas favorece la cooperación entre ellas, pero no solo en ámbitos como la política, sino también en redes sociales como Facebook o Twitter. Cuando la gente se conoce, la cooperación es más probable que el conflicto o el odio.


Esta es la principal conclusión de un estudio que publica la revista Science Advances, en el que sus autores aseguran que si los posibles cooperadores se conocen razonablemente bien es más probable que no traten de ganar a expensas el uno del otro, sino juntos.

Para el autor principal de este artículo, Zhen Wang, de la Universidad Politécnica del Noroeste de Xian (China), «hoy en día, a menudo, parece que el conflicto triunfa sobre la cooperación, ya sea en internet o en la política nacional», sin embargo, «hay mucha cooperación tanto en la naturaleza como en las sociedades».

«Nuestros hallazgos sugieren que es crucial hacerse una pregunta sencilla: ¿se conocen los posibles cooperadores razonablemente bien? Si lo hacen, es más probable que traten de ganar juntos», señala Wang en sendas notas de prensa de la Universidad de Hokkaido (Japón), y del Potsdam Institute for Climate Impact Research (Alemania).


Los hallazgos se basan en experimentos con un número limitado de participantes -154 alumnos-, pero si se confirman pueden tener implicaciones de «amplio alcance», según sus responsables, que afirman que reducir el anonimato podría ayudar en las redes sociales, como Facebook y Twitter, que cada día soportan comentarios de odio y noticias falsas.

Además estas conclusiones podrían ayudar en la resolución de conflictos relacionados con los recursos naturales.

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores adaptaron uno de los juegos de dilemas sociales más conocido, el dilema del prisionero, donde se confronta el interés individual al colectivo: en un juicio imaginario si una persona testifica contra la otra, se beneficia, pero si ambos testifican, ambos reciben multas altas.


Si ninguno testifica, asumiendo el mismo comportamiento del otro, ambos quedan libres. Los investigadores modificaron estas reglas básicas para introducir la posibilidad de castigo mutuo.

Así, los participantes se enfrentaron a una triple elección: cooperar, huir o castigarse uno al otro.


Los científicos esperaban que si un individuo castigaba el comportamiento antisocial de otro instigaría a una mayor cooperación, pero no: «nos ha sorprendido ver que el castigo pareció causar sentimientos de represalia, a menudo profundizando el conflicto», detalla Marko Jusup, de la Universidad de Hokkaido.

Después de este experimento, los científicos hicieron simulaciones computacionales, con los mismos resultados. No obstante, admiten, hay que seguir investigando para conocer qué grado de reconocimiento mutuo es necesario para promover la cooperación.

«Dado que el espíritu de cooperación en el que se basa la cohesión social se está desmoronando en algunos lugares, ya sea en Facebook o en sociedades que están a punto de ser desgarradas en temas como la inmigración, buscamos una idea de lo que mejora la cooperación», concluye Jürgen Kurths, del centro de Potsdam.

Por parte española participó Yamir Moreno, del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos de la Universidad de Zaragoza (España).

Este trabajo demuestra que más allá del parentesco genético está el social, la relación entre personas no anónimas que favorece claramente la cooperación, afirma a Efe Moreno, quien apuesta por fomentar este tipo de interacciones «cara a cara y con nombre», lo que facilitaría el consenso y la cooperación por un bien común. (EFE)

 

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