Kazuo Sawato tenía 31 años cuando saltó desde la azotea de un edificio para morir. Por fortuna sobrevivió, y hoy, doce años después, comparte su experiencia para evitar que otras personas intenten quitarse la vida.
Cayó sobre sus piernas y al principio lamentó haber sobrevivido. Hoy se siente contento de estar vivo.
Sawato dice que en el fondo no quería morir, pero ya no podía soportar su vida.
«Sólo quería liberarme de todo el sufrimiento», declara a Associated Press. El hombre dice que se sentía como si recibiera un alud interminable de puñetazos o como si le faltara el aire. “Pensaba que no podía aguantar más», recuerda.
Como muchos, el hombre cargó sobre sus espaldas la presión de entrar a una universidad de primer nivel y formar parte de la elite laboral de su país.
Durante tres años nunca faltó al trabajo, pero a un alto costo: desarrolló depresión por exceso de trabajo.
Para colmo, su matrimonio naufragó. Sawato tomó una licencia por enfermedad de cuatro meses, pero volvió a trabajar demasiado pronto y tuvo que apartarse nuevamente del trabajo por enfermedad. Eso, dice, pulverizó su autoestima. Era un signo de debilidad, pensaba. Tenía miedo de convertirse en un marginal social.
«Me sentía inútil, incluso menos que basura. Poco a poco me fue atrapando el deseo de dejar de vivir.»
Cómo suicidarse comenzó a ocupar sus pensamientos. Se imaginó saltando delante de un tren en una estación. Intentó estrangularse con una corbata. Investigó edificios de apartamentos. Saltó de uno de ellos.
Tras sobrevivir, conoció en un hospital a dos pacientes que le recordaron que no estaba solo. Comenzó a cambiar de manera de pensar. Reducir la velocidad y tomarse un descanso estaba bien.
Dos años después desarrolló una colitis ulcerosa. Le removieron el colon y tuvo que permanecer tres meses en un hospital. Sí, fue un golpe, pero no lo tumbó. Su cuerpo lucho por seguir adelante y eso le dio fuerzas para no claudicar.
Un día, en un tren que había tomado tras una visita al hospital, ocurrió un hecho en apariencia nimio, pero que supuso un gran envión anímico. Sawato le cedió su asiento a una anciana y esta se lo agradeció profusamente. La gratitud de la mujer tocó su corazón y restauró su autoestima.
«Cuando dije que quería morir, lo que en realidad quería decir era que la vida era demasiado dolorosa. En el fondo de mi corazón yo quería vivir, y estoy seguro de que eso es cierto para todo el mundo», dice. Ojalá que su mensaje salve vidas. (International Press)
El suicidio no es la mejor manera para acabar con el sufrimiento pero comprendo cuan desesperada puede estar una persona.
Quizas comento algo ironico pero muy real , mientras tantos en nuestro pais quitan la vida por un celular por tener «algo» a costa de quitar una vida otros prefieren no seguir viviendo antes de causas mas pesar en sus vidas .
Aqui el supuesto suicida es mas humano que el presunto delincuente que solo piensa en hacer daño a otros por puro placer.
En lo personal el suicida no se mete ni le quita nada a nadie , pero de hecho no es algo que apoye o incentive.