Entre quienes forman parte de programa de formación técnica
El filipino Joey Tocnang aterrizó en Japón en 2011 para formar parte del programa de formación técnica que impulsa el gobierno de Japón desde 1993.
Tocnang trabajaba en una empresa de fundición en la prefectura de Gifu, recibía el salario mínimo y enviaba la mayor parte de su dinero a su esposa y pequeña hija.
El filipino hacía entre 78,5 y 122,5 horas extra al mes. En abril de 2014 murió de un ataque cardiaco, tres meses antes de su programado retorno a Filipinas. Tenía solo 27 años.
Un día antes de morir, le dijo a un compañero de trabajo que pensaba ir a una tienda para comprarle un souvenir a su hija.
Las autoridades japonesas han reconocido su caso como karoshi, o muerte por exceso de trabajo, informó Asahi Shimbun.
Su caso es el primero documentado de un extranjero del programa de formación técnica desde 2011, año en que se comenzó a recoger información al respecto.
Las autoridades laborales enviaron a los parientes de la víctima los documentos pertinentes para que pudieran reclamar una compensación. Su esposa así lo hizo y en agosto se dictaminó que la familia tiene derecho a recibir tres millones de yenes (28.800 dólares) en un pago único y alrededor de dos millones de yenes (19.200 dólares) anuales.
El programa de formación técnica para extranjeros de países en desarrollo se inició en 1993. Ellos pueden quedarse en Japón hasta tres años. Según cifras de junio pasado, 210.000 extranjeros trabajaban en el marco de este programa. Su número se disparó en los últimos años después de que el gobierno del primer ministro, Shinzo Abe, decidió abrirles más las puertas.
El problema es que muchos extranjeros que laboran bajo esta modalidad son explotados. El año pasado, de acuerdo con cifras del mismo gobierno de Japón, 3.695 empresas infringieron la ley (por ejemplo, horas extra ilegales).
Otro dato preocupante: en el año fiscal 2014, hubo 1.241 casos de muertos o heridos por accidentes relacionados con el trabajo. Cinco murieron mientras trabajaban, seis se suicidaron y otros seis murieron de trastornos cerebrales o del corazón. (International Press)
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