Kaori Icho, tetracampeona olímpica con apoyo de mamá

Tras ganar su cuarta medalla de oro, abrazó y besó una foto de su fallecida madre

Kaori Icho tiene un lugar asegurado en el olimpo de los deportistas más laureados de la historia de los Juegos Olímpicos. Tras derrotar a su oponente rusa en la final de lucha de estilo libre en la categoría de 58 kilos, Icho se convirtió en la primera mujer en ganar cuatro oros consecutivos en pruebas individuales desde 1900, cuando las mujeres participaron por primera vez en unos Juegos.


La luchadora japonesa recién tomó conciencia de su extraordinario logro cuando un fotógrafo le pidió que posara extendiendo cuatro dedos, uno por cada triunfo.

Con su cuarta medalla de oro asegurada, Kaori se acercó a las gradas, y abrazó y besó a una foto de su madre que le alcanzaron, revela Mainichi Shimbun.

«Creo que mi madre me ayudó en la final», dice Kaori. Su mamá murió hace dos años.


En noviembre de 2014, la mamá de la tetracampeona olímpica se desplomó súbitamente en su casa en la prefectura de Aomori. Kaori de inmediato se desplazó desde Tokio para ver a su progenitora. La encontró inconsciente. Acarició su cabeza. “Mamá”, la llamó. Su madre no pudo escucharla. Murió a los 65 años.

¿Volver a los entrenamientos de inmediato después de la muerte de su madre? ¿Podría? Al mes siguiente se realizaba el torneo nacional de lucha en Japón. ¿Participaría? Kaori recordó que su madre, antes de las competencias, siempre le daba palabras de ánimo.

Decidió entrar en la competición. Sintió que su madre le decía: “No quiero que digas que no compites por mí”.


No fue la primera vez que decidió seguir por su mamá.

Cuando conquistó su segunda medalla de oro en los Juegos de Pekín en 2008, Kaori barajó la posibilidad de retirarse. “Quiero seguir viendo tus peleas”, le dijo su mamá. Feliz por su apoyo, la luchadora decidió continuar.


«No puedo pensar en eso en este momento. Quiero disfrutar al máximo el brillo de la medalla de oro».

Kaori cuenta que conversa mentalmente con su madre. Paradójicamente, ahora “conversa” más con ella que cuando estaba viva. Su mamá era estricta y se imagina escuchándola decirle: “No importa qué, tú tienes que ganar”. Eso le da fuerzas.

El camino a la hazaña en Río no ha sido pan comido.

En enero de este año, Kaori sufrió un inesperado revés en el campeonato mundial en Rusia. Perdió por primera vez en 13 años y después de 189 victorias en cadena.

Fue un momento duro. Con 32 años a cuestas, el cuerpo ya no le respondía como antes. Enfrentaba a rivales más jóvenes. Tenía un dolor de cuello crónico y en junio se lesionó el hombro izquierdo. Estuvo varios días en el hospital. El dolor se extendió al otro hombro. Tuvo que inyectarse analgésicos y tomar medicinas para volver al ruedo.

Aprendió de la derrota. El traspié la fortaleció mentalmente. Con su madre siempre en mente, se preparó para los Juegos de Río. Ganó y conquistó la inmortalidad.

Su victoria fue dramática. A tres segundos del final, estaba un punto abajo, pero logró remontar con una maniobra de ataque y conseguir dos puntos decisivos para triunfar.

Kaori ganó sus tres anteriores medallas en la categoría de 63 kilos. Aunque sus nuevas adversarias en la categoría de 58 kilos tienen menos potencia, son más rápidas y precisas.

¿Tokio 2020? ¿Quinta medalla de oro? Ahora Kaori solo tiene cabeza para vivir y gozar del presente. «No puedo pensar en eso en este momento. Quiero disfrutar al máximo el brillo de la medalla de oro». Se lo merece. (International Press)

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