La energía fotovoltáica tiene sello español en Japón

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Los inicios fueron duros por las barreras idiomáticas y las puntillosas tradiciones niponas


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Andrés Sánchez Braun / EFE

En torno a una decena de empresas españolas de energía renovable se ha instalado en el último lustro en Japón, un mercado en el que gracias a su amplia experiencia y capacitación han dejado una notable impronta en el sector solar fotovoltáico.

Lo sucedido en la planta atómica de Fukushima hace poco más de cinco años está en el origen de la llegada de estas compañías, ya que la tragedia obligó al país asiático, que antes del desastre obtenía casi un tercio de la electricidad de las nucleares, a ampliar su abanico de recursos energéticos.


El accidente provocado por el terremoto y tsunami de marzo de 2011 cristalizó en un apagón nuclear que duró casi dos años y cuyos efectos son aún persistentes, ya que actualmente solo una central atómica está generando energía en todo el país.

El pistoletazo de salida para estas empresas llegó realmente con la aprobación en julio de 2012 de un sistema de feed-in tariff, como el que existe en varios países del mundo (como España) y que obliga a las eléctricas a adquirir lo que se genera en plantas renovables a precios prefijados.

Con la vista puesta en esa nueva normativa, European Clean Energies (ECC), un conglomerado de socios españoles y japoneses, llegó al archipiélago un poco antes, en marzo de 2012, con el objetivo principal de desarrollar parques fotovoltáicos para ceder después los derechos de operación a empresas niponas o foráneas.


En su primer año desarrolló 18 proyectos y está involucrado en 150 este año, en el que estima construir alrededor de 80 megavatios de capacidad según explica a Efe un portavoz de ECC.

«Los inicios fueron duros sobre todo por las barreras idiomáticas (aunque no hay datos oficiales, se cree que solo un 10 por ciento de la población japonesa es capaz de comunicarse de manera fluida en inglés) y culturales», añade.


«En Japón hay que demostrar una seriedad y una estrategia a largo plazo además de contar mayoritariamente con personal japonés».

En este sentido, subraya las puntillosas tradiciones niponas en el entorno de los negocios, donde un gesto que para un occidental resulte inconsciente (como no aceptar una tarjeta de visita con las dos manos) puede ser una falta de respeto muy grande y «llegar a romper una reunión, una negociación e incluso una relación».

«En Japón hay que demostrar una seriedad y una estrategia a largo plazo además de contar mayoritariamente con personal japonés», cuenta David Vallejo, director ejecutivo de Solarig en el país asiático donde la empresa llegó en julio de 2012 y lleva desarrollados y construidos más de 200 megavatios en ocho países.

«Tras dos años en Japón, la reacción de los locales cambia y todo se simplifica al poder demostrar seriedad, consistencia y profesionalidad», afirma.

Por otra parte, casi todos los grupos españoles coinciden en señalar que, tras el desembarco inicial, la era dorada para el desarrollo de nuevos proyectos ya ha alcanzado prácticamente su tope y el futuro en Japón pasa ahora por las operaciones de EPC (del inglés «ingeniería, abastecimiento y construcción”).

En este terreno el mercado nipón resulta muy atractivo por el gran número de plantas levantadas, algo que atrae también a recién llegados como Grupo Ortiz, que tomó la decisión invertir aquí a finales de 2015.

«El potencial que tiene este mercado para los próximos cinco años, donde se van a construir más de 30.000 megavatios de parques solares fotovoltáicos, fue una de las razones que nos trajo aquí», explican desde el departamento de comunicación de esta empresa.

Pero es en este terreno del EPC destinado a operación y mantenimiento donde los grupos españoles deslumbran a los clientes locales gracias al altísimo nivel de capacitación técnica, experiencia y solvencia.

La vocación de internacionalidad de estas compañías sumada a los efectos de la última reforma del sector en España ha impulsado la dependencia del sector exterior, que para muchas supone ya un importante volumen de su facturación.

En el caso de MFV Solar, que llegó a Japón en 2014 y ha finalizado aquí seis proyectos, el cambio legislativo hace que la compañía sea ahora «una empresa eminentemente exportadora, quedando en España únicamente los servicios centrales», según cuenta el gerente de la entidad en el país asiático, Álvaro Estellés.

«Las cifras de negocio de la empresa dependen casi exclusivamente del sector exterior», insiste Estellés, que considera que las perspectivas en el archipiélago se antojan favorables para los próximos cuatro años.

 


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