Cuando se produjo la catástrofe que devastó a la región de Tohoku en marzo de 2011, Akefumi Sato trabajaba en un hospital en la ciudad de Sendai, prefectura de Miyagi.
Tras el seísmo, el médico japonés recorrió la ciudad costera de Minamisanriku, una de las más afectadas por el desastre, para ayudar a las víctimas.
Más adelante, se unió a la Cruz Roja Japonesa de otra ciudad costera de Miyagi, Ishinomaki, para brindar tratamiento a los supervivientes del desastre.
No estuvo solo en su labor. Sato nunca olvidó el apoyo médico y los suministros de emergencia que sus colegas y él recibieron de todo Japón.
En declaraciones a Jiji Press, Sato se mostró agradecido con los numerosos médicos de diversas partes del país que llegaron a Tohoku en 2011 para poner el hombro junto a él.
Poco más de cinco años después del desastre, Sato se ha trasladado al pueblo de Nishihara, prefectura de Kumamoto, para atender a los supervivientes de los dos terremotos que golpearon a la región a mediados de abril (cinco personas murieron en Nishihara como consecuencia de los seísmos). Es su manera de expresar gratitud por el gran apoyo que recibió. Gestos como el suyo son los que hacen grande a un país. (International Press)
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