Potentes terremotos en Kyushu reavivan el sentimiento antinuclear en Japón

Planta nuclear de Sendai

 

Está prevista una gran manifestación ante la sede de la propietaria de la central de Sendai


Planta nuclear de Sendai
Planta nuclear de Sendai

El sentimiento antinuclear nipón se ha reavivado tras los dos potentes terremotos de hace unos días en la isla de Kyushu, donde está la única central nuclear operativa del país, en un escenario que ha recordado a los japoneses la catástrofe de Fukushima.

En los últimos días se han intensificado la recogida de firmas y las convocatorias de manifestaciones exigiendo al Gobierno japonés el cierre de la planta de Sendai, que se ubica a escasos 140 kilómetros de los epicentros de los sismos de 6,5 y 7,3 grados registrados los pasados jueves y viernes.


La ONG FoE, que promueve el apagón nuclear, entregó más de 100.000 firmas a miembros del Parlamento japonés y está prevista una gran manifestación antinuclear el viernes ante la sede en Tokio de Kyushu Electric Power, la propietaria de la central de Sendai.

El caso de esta planta, con dos reactores operativos en la actualidad, ha hecho rememorar a la sociedad japonesa el traumático desastre de Fukushima, del que el mes pasado se cumplió el quinto aniversario.

Entonces, un seísmo de 9 grados en la escala de Richter y posteriormente un tsunami golpearon la planta de Fukushima Daiichi desatando la mayor crisis nuclear desde la de Chernóbil en 1986.


Cinco años después unos 74.200 japoneses siguen sin regresar a sus hogares en un radio de entre 10 y 20 kilómetros alrededor de la planta y, a consecuencia del accidente, el medio centenar de reactores nucleares que operaban fueron suspendidos.

Japón despertó del letargo nuclear el pasado mes de agosto con el encendido de la central de Sendai bajo la nueva regulación post Fukushima.


El Gobierno de Shinzo Abe ha abogado por la vuelta a la energía nuclear frente a quienes defendían el apagón definitivo de las centrales, que operan en el archipiélago desde 1966.

Con esta polémica decisión, el Ejecutivo busca hacer más competitiva la economía japonesa, lo que requiere un suministro abundante y barato de energía.

Sin embargo, los japoneses miran con recelo los planes de reapertura de las centrales nucleares.

Según las últimas encuestas, más de la mitad de los ciudadanos (el 55,3 por ciento) rechazan que las plantas vuelvan a funcionar por miedo a una nueva catástrofe radiactiva, mientras que el 36,9 por ciento apoya ese tipo de medidas.

En las localidades japonesas en las que se ubican las centrales, cuya economía depende en gran parte de su funcionamiento, el apoyo a las mismas es mayoritario, según los sondeos que la agencia Kyodo realizó recientemente con motivo del quinto aniversario de la tragedia de Fukushima.

Por otro lado, la Justicia nipona también se ha manifestado respecto a este asunto. El pasado mes de marzo un tribunal ordenó la detención de la central de Takahama, la segunda planta puesta en marcha tras Sendai, atendiendo la demanda de un grupo de vecinos, que argüían que ponía en peligro la seguridad de la región.

A la orden judicial contra Takahama y al rechazo popular se suman ahora los potentes terremotos, una nueva amenaza para la pervivencia de las centrales nucleares japonesas que promueve el Gobierno de Abe. (EFE)

 


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