El cerezo japonés, un fenómeno cultural y comercial
María Roldán / EFE
Japón se vuelve a teñir de rosa con el florecimiento del «sakura», el cerezo japonés, momento en el que miles de japoneses y turistas disfrutan de este fenómeno en parques, avenidas y templos, mientras el color de estas flores tiñe desde los escaparates a las latas de cerveza.
Aunque la Agencia Meteorológica de Japón anunció el pasado 21 que los cerezos estaban empezando a florecer en el templo Yasukuni de Tokio, referente que marca el inicio del «sakura» en la metrópoli, la Organización Nacional de Turismo (JNTO) estableció que el jueves fue el día en el que el florecimiento estuvo en pleno esplendor.
Parques como el de Ueno, en el que sus 1.200 cerezos se abren en una explosión de color, o el céntrico parque de Hibiya se llenaron de visitantes que paseaban y hacían un picnic debajo de los árboles.
Ayako Sakai fue una de las que acudió con unas compañeras de trabajo para disfrutar del espectáculo.
«Los cerezos son hermosos, un símbolo de Japón. Su florecimiento se siente como la propia primavera, uno se da cuenta de que el frío del invierno ha dado paso a la nueva estación», explica a Efe esta trabajadora del sector químico de 34 años que dos veces a la semana come y pasea bajo el «sakura», mientras dura el fenómeno.
Lo hace desde que nació, argumenta.
«Desde que era una niña he ido al parque a practicar el ‘hanami’ -nombre con el que se denomina la reunión bajo las flores del cerezo para contemplar su belleza mientras se come y se bebe-, se ha convertido en algo cultural».
Pero los japoneses no son los únicos que se sienten atraídos por la estampa primaveral, cada vez más turistas viajan al país asiático durante los meses de marzo y abril (el «sakura» suele tener lugar entre finales del tercer mes del año y principios del cuarto).
Sólo en 2015, más de 1,5 millones de foráneos desembarcaron el archipiélago japonés en marzo y más de 1,7 millones lo hicieron en abril, lo que supuso, respectivamente, un 45,3 por ciento y un 43,3 por ciento más que un año antes, según datos de la JNTO.
El «hanami», con el que tradicionalmente se celebraba la cosecha de Año Nuevo y el comienzo de la época de la siembre del arroz, era originalmente una práctica limitada a la nobleza japonesa, que se popularizó en el período Edo (1603-1867) y trajo consigo una reinvención del fenómeno.
La fascinación de los nipones por los cerezos es tal que existen multitud de aplicaciones de internet que facilitan hacer un seguimiento del «sakura», desde en qué momento y lugar han aparecido los primeros pétalos, hasta el efecto de la presión atmosférica en las delicadas flores -cuya vida es de apenas dos semanas-.
Además de ser un fenómeno cultural, el «sakura» es un filón para comercios y cadenas, que aprovechan esta época para comercializar productos exclusivos diseñados para la ocasión.
Los hoteles ofrecen paquetes especiales, los restaurantes diseñan menús con el color de las flores de los cerezos y los centros comerciales como el Midtown vende en los supermercados cajas de comida y dulces tradicionales para disfrutar de los picnic.
Vinos rosados, cervezas de «sakura», bolas de arroz y cafés rosáceos, y dulces con forma de flor de cerezo colman temporalmente los escaparates de los locales, que año tras año se reinventan para que los clientes se aventuren a comprar sus productos.
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