Estudiante japonesa narra “historias reales” que recogió en la zona de desastre.
Yuka Kudo, una joven de 22 años graduada en sociología en la Universidad Tohoku Gakuin de Sendai (Miyagi) integra un grupo de 7 personas que como tema para la tesis de grado eligieron a las personas que lidian con la muerte después del Terremoto y Tsunami de Tohoku, ocurrido el 11 de marzo de 2011.
Hasta antes de empezar su trabajo de campo, ella veía las muertes provocadas por el tsunami como un acontecimiento en el que “millares de personas que perdieron la vida” a causa de un fenómeno de la naturaleza.
Pero cuando fueron sucediendo las entrevistas, descubrió que muchos de los taxistas de Ishinomaki (Miyagi) afirmaron haber tenido como clientes a fantasmas de personas que probablemente perdieron la vida en la tragedia de 2011.
Yuka contó al diario Asahi las historias que escuchó durante su investigación. Un taxista de 50 años relató que a comienzos del primer verano después del tsunami, una mujer vestida con casaca pidió sus servicios para conducirla hasta Minamihama.
El hombre hizo una pregunta para confirmar el destino: “allá prácticamente sólo hay tierras vacías, quiere ir?”. Con una voz trémula la mujer le respondió: “yo he muerto”. Asustado volteó hacia el asiento trasero, pero la pasajera no estaba más.
Otros taxistas han contado historias parecidas, afirma la estudiante. Uno de ellos dijo que un joven, también vestido con casaca, lo detuvo y le pidió ir hacia Hiyoriyama. Al llegar a su destino, el cliente no estaba más en el carro.
Según los relatos, la mayoría de esos pasajeros fantasmas eran jóvenes, hombres y mujeres, casi todos vestidos con casacas. “Los jóvenes acostumbran a tener un fuerte sentimiento de disgusto por tener que dejar a las personas que aman. Deben haber escogido un espacio reservado como un taxi para transmitir ese profundo sentimiento”, manifestó Yuka.
Para ella y para los entrevistados, esas historias no han sido un viaje a la nada. Ha habido un asunto real. Los choferes mostraron sus reportes de ruta con una carrera perdida que tuvieron que reponer con dinero de su propio bolsillo. El taxímetro había estado en funcionamiento hasta su destino.
Yuka contó que ha podido sentir en la piel el dolor de la pérdida de personas en Ishinomaki. Un taxista que perdió familiares por el tsunami le expresó que “no es nada sorprendente que ocurran cosas de ese tipo. Si apareciera alguien más voy a llevarlo a donde me pida”.
Todos los taxistas contaron sus experiencias sin miedo y la estudiante quedó impresionada por la reverencia que ellos tienen hacia esas historias.
Las entrevistas se realizaron casi a diario y fueron para la joven japonesa una enseñanza sobre el dolor de la pérdida y el luto. “Quiero transmitir con respeto la importancia de la muerte de cada una de esas que partieron”, declaró Yuka. (Anna Shudo/International Press)
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