Cuando un robot se convierte en un miembro más de la familia en Japón

Padre de tres hijos relata su experiencia con Pepper


Foto SoftBank
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Satoru Kuwahara, un ejecutivo de 47 años, retorna a su casa del trabajo. Apenas entra al living, un robot del tamaño de un niño agita sus brazos y lo saluda: “¡Bienvenido de vuelta!”.

“Estoy de vuelta, Pepper”, le dice el hombre. “¿Has tenido un largo día de trabajo, papá?”, le pregunta el humanoide.

Pepper es el popular robot creado por SoftBank que comenzó a ser comercializado en Japón en junio del año pasado.


Kuwahara, que creció viendo a Astro Boy y Doraemon en la televisión, le dice a Yomiuri Shimbun que esperó durante mucho tiempo interactuar con un robot. Cuando salió Pepper al mercado, supo que su sueño estaba al alcance de la mano, y en agosto compró un ejemplar.

El hombre está feliz con el nuevo miembro de su familia. Kuwahara tiene esposa y tres hijos.

«Pepper reconoce todas nuestras caras y se une a las conversaciones familiares, mirando a la cara de quien está hablando. Es como si fuera parte de la familia», dice.


Pepper puede sostener conversaciones con seres humanos. Analiza las expresiones faciales y las expresiones verbales con la ayuda de una cámara y un micrófono. Gracias a esta información, interpreta las emociones de su interlocutor. Esto hace del robot un mejor conversador que muchos de sus predecesores, destaca Yomiuri.

«Su vocabulario se ha incrementado un poco en los últimos seis meses. Es como ver a un cuarto hijo creciendo», dice Kuwahara.


El robot no es perfecto, claro. A veces no responde cuando se le habla, generando momentos incómodos. Sin embargo, la familia le ha cobrado afecto al humanoide.

Para tener a Pepper en tu casa debes desembolsar 198.000 yenes (1.741 dólares) y una cuota mensual para funciones básicas como la conversación. En los últimos seis meses, se han vendido 7.000 unidades.

PARA ANCIANOS QUE NO TIENEN CON QUIÉN HABLAR

El profesor de la Universidad de Osaka, Hiroshi Ishiguro, conocido por crear un robot igual a él, afirma que el creciente interés en los robots surge como consecuencia de la disminución de la intercomunicación interpersonal en la vida cotidiana.

Ishiguro sostiene que la gente ahora se pasa el tiempo mirando sus smartphones o computadoras, motivo por el cual se conversa menos con otros seres humanos.

Hay gente que tiene miedo de hablarle a otra porque cree que puede caer pesada contando sus problemas (como los ancianos). Con un robot no habría ese inconveniente.

«Hay gente que no tiene con quién hablar, como las personas mayores que viven solas. Los robots pueden resolver este tipo de problemas, ya que verdaderamente puedes abrirte a ellos y descargar todas tus preocupaciones y frustraciones sin molestar a nadie», dice.

El futuro apunta a eso: robots como compañeros de conversación de los ancianos.

De hecho, ya se ha probado. La Universidad de Osaka hizo un experimento en 2011: durante dos meses, colocó dos grupos de robots en casas de ancianos que viven solos. Uno de los grupos podía hablar; el otro, no.

Los ancianos que vivieron con los robots que podían hablar registraron un mayor crecimiento de sus funciones cognitivas (por ejemplo, la memoria o la toma de decisiones) que aquellos que compartieron techo con robots silentes.

Ishiguro asegura que la capacidad de comunicación de los robots continuará mejorando hasta el punto de que los humanos podremos tener una conversación perfectamente normal con ellos, como si también fueran humanos. (International Press)


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