Gobierno de Japón quiere aumentar la tasa de natalidad, pero muchas madres sufren hostigamiento
Japón tiene, por un lado, un gobierno que promueve el empleo femenino y busca crear un entorno favorable en el lugar de trabajo para que las mujeres no tengan que renunciar cuando tienen un hijo. El gobierno japonés quiere más mujeres trabajando y más niños en un país cuya población se está reduciendo y envejeciendo.
Por el otro lado, sin embargo, la realidad indica otra cosa: muchas madres trabajadoras son maltratadas. Que lo diga Yukari Nishihara (34), cuyo caso expone la agencia Kyodo.
Yukari trabajaba como cuidadora en un hogar para ancianos en Kitakyushu. En septiembre de 2013, por primera vez discutió sobre su embarazo con su jefa (ojo, mujer).
«¿Estás decidida a trabajar no importa lo que suceda con tu bebé? Si no puedes trabajar, entonces sería mejor que te fueras», le dijo su superiora, tajante.
Yukari se preguntó si había sido un error quedar embarazada (dicho sea de paso, se embarazó ocho años después de casarse). Pese a que le dijo a su jefa que estaba encinta, nada cambió en su rutina laboral.
A veces trabajaba hasta diez horas al día, y tenía que realizar tareas que podían demandar un gran esfuerzo físico, como ayudar a los ancianos a subir por las escaleras o bañarlos.
La mujer temía que tanto trabajo pudiera provocarle un aborto natural.
A Yukari no la querían sus empleadores. No le pidieron directamente que se marchara, pero se lo insinuaron. Sin embargo, ella no podía renunciar porque su esposo estaba enfermo, era el único sostén de la familia. Y con un bebé por venir.
«Espero una sociedad que respete la dignidad de las personas que trabajan, en lugar de tratar a las mujeres embarazadas como desechables».
La decisión de Yukari de no dimitir dio lugar a una serie de incidentes que ella describe como maltratos por parte de compañeros de trabajo. El problema ya no era solo su jefa.
Tan presionada se sintió que incluso pensó que lo mejor sería no tener al bebé.
Yukari dio a luz a una niña en febrero de 2014. Poco después cayó víctima de una depresión y aún está de baja médica.
En agosto de 2014, presentó una demanda por daños y perjuicios contra el hogar para ancianos con el apoyo de un sindicato. Su caso aún está en la corte.
La ley ampara a las mujeres embarazadas. Una mujer no puede ser despedida por quedar embaraza o dar a luz. Tampoco puede ser degradada en el trabajo por dichos motivos. Sin embargo, en la práctica, aunque una mujer no necesariamente sea echada, puede ser víctima de un clima hostil para ser obligada a renunciar (como en el caso de Yukari).
Un estudio del Ministerio de Trabajo de Japón realizado el año pasado reveló que el 21 % de las mujeres empleadas a tiempo completo y el 48 % de las trabajadoras temporales habían sufrido hostigamiento por maternidad.
En opinión de la abogada Yumiko Akutsu, detrás de casos como el de Yukari existe una antigua cultura corporativa que afirma que las personas que no pueden rendir en las mismas condiciones que las demás no deben seguir trabajando.
Otro estudio, llevado a cabo en febrero del año pasado por la Confederación de Sindicatos de Japón, halló que 159 de cada 1.000 mujeres embarazadas que trabajaban sufrieron un aborto natural y que una de cada cinco de las mujeres que perdieron un hijo a menudo trabajaban más de nueve horas al día.
Akutsu admite en declaraciones a Kyodo que no se ha probado que exista una relación directa entre el trabajo duro y los abortos; sin embargo, afirma que no se puede negar que las largas horas de trabajo influyen en la condición física de la mujer.
Para terminar, volvemos a Yukari, que deja un fuerte mensaje: «Espero una sociedad que respete la dignidad de las personas que trabajan, en lugar de tratar a las mujeres embarazadas como desechables». (International Press)
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