Ogawa ofrece casas gratis, pero nadie parece interesado
Como tantos pueblos en Japón, Ogawa, situado en la prefectura de Nagano, tiene cada vez menos habitantes. Las tiendas se cierran, el número de escuelas se reduce, las calles están mayormente desiertas y muchas casas están vacías. Los esfuerzos por atraer nuevos residentes no han rendido frutos.
Muchos residentes de estos pueblos emigran a las grandes ciudades como Tokio.
En medio de este desolador paisaje, una empresa llamada Ogawa No Sho ha decidido apostar por las personas mayores, contratándolas para que fabriquen y vendan oyaki, una bola de masa considera el “alma” de los alimentos de la región, según Japan Real Time.
Casi la mitad de los 81 empleados de la compañía tienen más de 60 años. El mayor, de 91 años, Chikayoshi Gonda, trabaja en Ogawa No Sho desde su fundación hace casi tres décadas. 3 veces a la semana, Gonda voltea bolas de masa en una gran sartén de hierro mientras conversa con clientes en el restaurante donde los empleados sirven bollos recién horneados y fideos soba a los turistas.
El negocio parece ir bien. La compañía despacha alrededor de cinco millones de oyaki al año a todo Japón.
Antes los empleados de Ogawa No Sho se jubilaban a los 78 años, pero ahora pueden trabajar todo el tiempo que quieran.
«Hacer oyaki sólo implica el uso de las manos, así que es más fácil para el cuerpo que los trabajos agrícolas», afirma Fujiko Matsumoto, de 85 años, empleada de la compañía.
En 2040, en alrededor de la mitad de las ciudades y pueblos de Japón el número de mujeres en edad de concebir se reducirá al menos un 50 %.
Sin embargo, Ogawa continúa despoblándose. Cerca de la mitad de casas ubicadas en la colina donde se encuentra el restaurante están vacías. En su mejor época, el pueblo llegó a tener alrededor de 10.000 habitantes. Hoy tiene unos 2.800.
«Le decimos a la gente de fuera que puede tener estas casas abandonadas de forma gratuita, pero nadie parece interesado», dice Gonda.
De los 1.719 municipios que tiene Japón, 797 sufren de despoblación. Alrededor de 65.000 pequeñas aldeas y comunidades enfrentan el impacto del éxodo rural, y decenas desaparecen cada año después de que los últimos residentes mueren o se mudan, dejando atrás casas y tierras de cultivo desatendidas.
Y la situación va a empeorar. Se estima que la despoblación se acelerará en las próximas décadas en Japón.
Un informe de 2014 realizado por el Consejo de Política de Japón pronosticó que en 2040, en alrededor de la mitad de las ciudades y pueblos de Japón el número de mujeres en edad de concebir se reducirá al menos un 50 % si las tendencias actuales continúan. Estas comunidades están en peligro de extinción.
Esto ha llevado a varios municipios a ofrecer viviendas a bajos precios o subsidios especiales, entre otras cosas, a personas que decidan mudarse a su territorio.
Además, empresas como Ogawa No Sho están introduciendo nuevos modelos de negocio para aprovechar al creciente número de ancianos que pese a estar jubilados aún son productivos y tienen deseos de seguir, como Chikayoshi Gonda, el hombre que a sus 91 años sigue trabajando. (International Press)
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