70 años después continúan las investigaciones
A 70 años del bombardeo atómico a Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 hay varias cosas que aún se desconocen. Por ejemplo, los efectos a largo plazo sobre la salud de los supervivientes tras haber estado expuestos a grandes dosis de radiación aún no son claros.
La bomba atómica sobre Hiroshima explotó a 600 metros del suelo, mientras que la arrojada sobre Nagasaki lo hizo a unos 500 metros de altura.
Se calcula que para fines de 1945, alrededor de 210.000 personas habían muerto como consecuencia de los bombardeos, 140.000 en Hiroshima y 70.000 en Nagasaki.
La explosión, el calor y la radiación cubrieron todo en un radio de cinco kilómetros. Las partículas radiactivas, mezcladas con hollín y otros residuos en el aire, dieron lugar a la lluvia negra, que cayó sobre una zona más amplia. Además, el suelo fue contaminado por la radiación por neutrones.
La Universidad de Nagasaki está investigando, a través de avanzados equipos de análisis genético, cómo la exposición a la radiación causa enfermedades, informa el diario Nikkei.
Los efectos sobre la salud de la radiación se dividen en dos categorías: problemas agudos que se produjeron hasta fines de 1945, y otros que se desarrollaron más adelante.
Más del 80 % de las personas expuestas a la radiación en un radio de 1 kilómetro de la zona cero murieron a causa de sus efectos.
Entre las enfermedades atribuidas a las bombas que aparecieron después de 1945 figuran la leucemia o el cáncer. El riesgo de leucemia alcanzó su pico siete u ocho años después de la exposición a la radiación, mientras que los casos de cáncer comenzaron a aumentar 20 años después.
El cáncer no es el único riesgo para la salud que enfrentan los hibakusha (supervivientes). Las enfermedades cardiovasculares son más frecuentes entre los supervivientes de las bombas atómicas que en la población general.
Hasta ahora, se creía que la mayoría de los efectos retardados de la exposición estaban relacionados con el cáncer. La radiación provoca mutaciones genéticas, algunas de las cuales conducen a un mayor riesgo de cáncer.
Sin embargo, el daño al ADN no explica a cabalidad el riesgo elevado de enfermedades del corazón entre los hibakusha. «Los detalles del mecanismo de los efectos de la radiación aún se desconocen», dice el experto Shunichi Yamashita, vicepresidente de la Universidad de Nagasaki, en declaraciones recogidas por Nikkei.
La universidad nipona está llevando a cabo un nuevo análisis de las muestras de las víctimas para intentar decodificar sus genomas y determinar cómo el daño al ADN causa problemas de salud. La institución cuenta con un gran número de órganos y registros médicos de las víctimas de la bomba atómica que fueron devueltas por EE. UU.
Por otro lado, la Fundación para la Investigación de los Efectos de la Radiación, con sede en Hiroshima, fue creada en 1975 para investigar los efectos de las bombas en la salud de los supervivientes.
Los riesgos de contraer cáncer son difíciles de calcular. Si dos personas están expuestas a la misma cantidad de radiación, una puede desarrollar la enfermedad, pero la otro no. La Fundación para la Investigación de los Efectos de la Radiación centra su tarea en el análisis de sangre y otras muestras tomadas de los supervivientes.
Los avances en el análisis genético pueden ayudar a disipar el misterio de los problemas de salud provocados por la radiación, subraya Nikkei.
Aproximadamente 184.000 hibakusha son elegibles para recibir ayuda médica por parte del gobierno japonés, según cifras del Ministerio de Salud de Japón correspondientes a marzo. La edad promedio del superviviente es de 80 años. (International Press)
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