Testimonios de extranjeros en Japón
Difícilmente habrá un extranjero en Japón que no tenga una historia que contar sobre la proverbial amabilidad de los japoneses.
El sitio web RocketNews ha recopilado algunos testimonios de extranjeros que dan cuenta de extraordinarios gestos de amabilidad en trenes que –asegura– te hacen pensar “esto nunca pasaría en mi país”. Aquí recogemos siete:
1. «Me rompí el tobillo cuando me desmayé en un tren de JR en mi camino al trabajo (no había desayunado, no había dormido lo suficiente y tenía bajo nivel de azúcar en la sangre). Cuatro chicos japoneses me sacaron del tren y me dejaron cuidadosamente en un andén de la estación de Shin-Osaka. Un empleado de la estación increíblemente amable me acompañó en la ambulancia hasta el hospital y estuvo conmigo durante cuatro horas».
2. «A mi llegada a Tokio, cuando me mudé a Japón, yo no conocía el servicio de transporte de maletas del aeropuerto. Yo fui de Narita a mi hotel en Asakusa a través del Narita Express y el metro de Tokio. Tenía tantas maletas que tuve que hacer tres viajes, subiendo y bajando, por las escaleras mecánicas. Un amable japonés se ofreció a ayudarme con mi equipaje desde la estación de Asakusa, todo el camino, hasta mi hotel. Todavía nos mantenemos en contacto, y hasta pasé la víspera de un Año Nuevo con su familia en Tokio».
3. «Mi amigo vomitó en un tren una noche después de beber demasiado. En los 15 segundos siguientes, los japoneses que nos rodeaban sacaron tissues y limpiaron el suelo del tren, y luego le dieron más tissues a mi amigo para que se limpiara. Después de 30 segundos, era como si nunca hubiera pasado nada».
4. «Una vez tomé el último tren desde Umeda (Osaka) hasta Kioto. Estaba tan lleno que no había de dónde agarrarse. Una desconocida (que más tarde me dijo que se llamaba Kaori) sostuvo mi mano durante 20 minutos hasta que llegó a su parada en Takatsuki».
5. «Yo estaba cabeceando en el shinkansen cuando, de repente, una japonesa cruzó el pasillo y me tocó el hombro. Ella me dijo: ‘Disculpe, sé que estaba tratando de dormir, pero la vista del Monte Fuji es tan nítida hoy. Es muy rara, así que quería que usted la viera'».
6. «Mi madre y yo nos encontramos en Japón, cada una con un diferente Japan Rail Pass: el suyo para primera clase (Green Car), muy caro; el mío no. Yo trataba de sentarme con ella en el Green Car mientras fuera posible. Todos los revisores se hicieron la vista gorda, aunque uno o dos me dijeron en voz baja que si el Green Car se llenaba yo tendría que pasar a uno de los coches regulares. El coche verde se llenó, pero la revisora se me acercó discretamente y me pidió que la siguiera a una estancia. Allí, ella me atiborró de té verde y charlamos hasta que llegamos a nuestro destino».
7. «Yo estaba en el último tren de la noche, que se dirigía a Kofu. Necesitaba ir al baño, pero estaba cerrado con llave. Le hice señas al conductor y le expliqué que tenía problemas renales, y le pregunté si podía abrir el baño. Me dijo que esperara. En algunas paradas venía y me preguntaba si podía aguantar solo un poco más. El tren llegó a una pequeña estación rural, donde un tren en sentido contrario también llegaba. El conductor cerró la puerta de la sala de control, dejó el tren y corrió para hablar con el conductor del otro tren. El conductor de mi tren luego regresó y me dijo ‘Venga conmigo, puede dejar su equipaje’. Me acompañó fuera del tren, luego fuera de la pequeña estación, y me llevó a unos baños públicos al aire libre. Me esperó diligentemente y luego me llevó de nuevo al tren lleno de pasajeros confundidos”.
(International Press)
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