Una mirada a la industria pop japonesa
Cuando el grupo femenino Team Syachihoko lanza un álbum, los fans tienen tres opciones: si compran un CD, pueden tomarse una foto con toda la banda (que tiene seis chicas). Si compran dos, pueden tomarse una foto en pareja con una de las integrantes del grupo elegida al azar. Si compran tres, pueden elegir a la chica con la que desean hacerse una foto.
Muchos fans compran ¡19 CD! ¿Por qué tantos? Para tener todas las fotos posibles: la grupal y el resto con cada de una de las chicas.
“Bienvenido a la economía de los aidoru”, dice el diario Nikkei, que publica un reportaje sobre cómo funciona el mundo del J-Pop por dentro.
Aquí, un fan. Yuya Komai, un salaryman de 28 años que reside en Tokio, admite que se ha vuelto un adicto a Syachihoko. Recorrió 350 km para asistir a un concierto de la banda en Nagoya, de donde es originaria, y planea estar presente en otro concierto, en una playa cerca de Nagoya, el próximo mes.
Desde mayo, en que asistió a una presentación en vivo de Syachihoko, ha gastado 33.000 yenes (266 dólares) en discos, descargar música y mercadería (como camisetas o fotos) relacionadas con la banda.
Komai es un fan feliz. «El ambiente emocionante, cálido y personal que sientes en sus conciertos no puede ser igualado por ningún otro hobby, ya sea deportes, autos, películas o viajes. Surge del encanto y las buenas personalidades de las integrantes del grupo», declara a Nikkei.
Tal como se desprende del testimonio de Komai, la personalidad de las aidoru y mantenerse cerca de los fans son elementos fundamentales en la industria pop nipona.
En el caso de Syachihoko, que pertenece a la agencia Stardust Promotion, las seis chicas tienen blog personales. Ahí escriben sobre su trabajo, la escuela, sus familias, etc. Esa sensación de proximidad con sus aidorus es muy apreciada por los fans.
Yuzuki Oguro, una de las integrantes de la banda, explica que “el blog es la conexión que mantenemos con los fans cuando no estamos actuando”.
Conexión, término clave. Apenas tres horas después de una actuación en directo en Tokio, la banda de chicos DISH publicó comentarios en su blog. «Gracias por venir. ¿No fue una explosión?», escribió Ryuji, el bajista, quien en los días anteriores había publicado posts sobre los ensayos y sus expectativas con respecto al encuentro con los fans.
Al día siguiente del show, recibió más de 230 respuestas de fanáticos que estuvieron presentes.
Una de las asistentes al espectáculo fue Kiyo Kajiyama, una estudiante de de 17 años, fan de Takumi, el cantante principal de la banda. «Él es guapo, alegre y se puede decir que se preocupa por sus fans «, dice.
Kiyo asiste a los eventos en que los fans pueden saludar a sus ídolos, pero cuando tras hacer cola llega su turno de saludar a Takumi, se emociona tanto que las palabras que durante horas había preparado decirle se esfuman de su mente. Sin embargo, no se retira con tristeza.
«Él en voz baja me da las gracias por haber venido, y yo soy absolutamente feliz».
Los ídolos pop de hoy ya no son las estrellas inalcanzables de antes. Más aun, los fans los sienten tan próximos que hasta piensan que podrían casarse con ellos algún día.
Sin embargo, por más que ansíen estar lo más cerca posible de sus ídolos, los fans son respetuosos. Cuando Syachihoko viajó a China en marzo, fue seguido por más de 200 fans que se registraron en el mismo hotel que ellas. Pese a la proximidad, no las importunaron.
«Para los fans, lo más importante es ser del agrado de las chicas. Ellos nunca harían nada que pudiera causar molestias», explicó un empleado de Stardust.
Hablando de Stardust, la agencia que maneja a la banda, impone estrictas reglas como es usual en la industria. Las chicas no pueden cortarse el pelo, no pueden beber, no pueden fumar y no pueden tener novios.
Romper estas reglas en el J-Pop puede tener malas consecuencias financieras. A principios de este año fueron sorprendidos por la prensa Miori Takimoto, actriz y cantante de la banda Lagoon, y Taisuke Fujigaya, miembro del grupo Kis-My-Ft2, saliendo como pareja.
Se dice que los clubes de fans de ambos perdieron cientos de miembros. No es una cosa menor, pues estos clubes son una plataforma rentable para la venta de entradas para conciertos y bienes afines.
Las fans de Fujigaya pusieron el grito en el cielo en internet. Una de ellas, como una novia despechada, escribió: «Yo era una devota fan, pero a partir de hoy no más. No quiero verlo en televisión ni leer sobre él en revistas. Cada historia sobre él me hace pensar en su relación con esa mujer».
Ojo que las fans pueden perdonar el pecado, pero no el escándalo. Esto escribió otra fanática: “Él puede vivir en un condominio lujoso y conducir un Mercedes caro porque las fans lo apoyamos. Al menos debió esforzarse para ocultar su romance».
Kazumi Nagaike, profesora de la Universidad Nacional de Oita y experta en cultura popular, declara a Nikkei: «Los fans intentan transformar a los aidoru en personajes de ficción en lugar de aceptar sus identidades reales. Los eventos para saludarlos son una oportunidad para que aumenten sus fantasías».
Esa sensación de cercanía, de que las aidoru no son diosas inaccesibles, sino chicas con las que hasta podrían casarse, sostiene a la industria, según Nagaike.
«El modelo japonés (de las aidorus) se basa en la noción de kawaii. Representan una figura inmadura y frágil que necesita el apoyo de los fans para crecer».(International Press)
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