Mujer fue víctima de una estafa en internet
Su obsesión por la leche materna llevó a una joven madre que reside en Tokio a poner en riesgo la salud de su bebé y caer víctima de una estafa.
Su historia la cuenta Mainichi Shimbun.
En febrero de este año, la mujer –que el diario japonés no identifica– dio a luz a su primer hijo. Sin embargo, casi no producía leche materna.
La flamante mamá estaba convencida, por información extraída de internet, de que en su primer año de vida un niño solo podía ingerir leche materna. Intentó de todo para producir más. Tomó té de hierbas y recibió masajes de una matrona, cosas que se supone iban a facilitar que tuviera más leche. Nada resultó.
A pesar de que otras madres le decían que podía darle a su bebé leche en polvo, ella no lo creía. No buscó ayuda de otras mamás porque tenía miedo de ser vista como una “madre inferior”. La mujer le dijo a su esposo que era un fracaso como mamá y llegó al extremo de pensar en dar a su niño en adopción.
La desesperada madre no les creía a otras mamás, pero sí a las matronas que le decían que tenía que seguir tratando de dar leche materna a su hijo por su bien. Cada intento era una decepción. «Fue como si estuviera neurótica sobre la leche materna», declara a Mainichi.
La situación empeoró (aunque ella creyó que había encontrado una solución a sus penurias) cuando a través de una conocida supo de la existencia de una empresa que vendía leche materna en línea. A fines de febrero, la mujer envió un email a la compañía y dos días después recibió la llamada de un hombre que le dijo que vendía packs de leche materna de 50 mililitros y que podía enviárselos por correo.
El pack para un bebé de cuatro meses costaba 5.000 yenes (40 dólares); para uno de seis, 4.500 yenes (36 dólares); y para uno de un año, 3.000 yenes (24 dólares). La joven mamá desembolsó 20.000 yenes (160 dólares) por cuatro packs.
El bebé de la mujer tomó el primer pack y para alivio de ella su niño reaccionó de manera más favorable que a la leche en polvo. La mamá pensó que por fin había acertado, pero cuando descongeló el segundo pack notó que algo extraño, como un polvo blanquecino, flotaba en la leche.
La probó. Le pareció más dulce lo que la leche materna debería ser, así que se deshizo del producto. Mainichi llevó los dos packs restantes para que expertos los analizaran. ¿Resultados? No contenían leche materna, sino leche en polvo y agua con niveles antihigiénicos de bacteria.
Felizmente la leche adulterada no tuvo efectos negativos en la salud del bebé.
Enterada del contenido de la leche que adquirió por internet, la joven madre, sorprendida, dijo: “Fue mi culpa, quiero pedirle disculpas a mi hijo”. Y pidió al gobierno de Japón que intervenga a través de regulaciones para proteger a niños como el suyo. (International Press)
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