Se sienten culpables y son mirados con recelo por la sociedad
Atahualpa Amerise / EFE
El naufragio del ferri surcoreano Sewol, del que se cumple un año, no solo rompió las vidas de los 304 fallecidos y sus familias sino también las de los 171 supervivientes, acosados por el sentimiento de culpa y las miradas de recelo de la implacable sociedad surcoreana.
«Se sienten culpables por haber sobrevivido cuando la mayoría de sus amigos murieron; viven entre el miedo y el dolor, temerosos de que les señalen con el dedo en la calle», asegura Jang Dong-won, padre de una de los 75 estudiantes de bachillerato del instituto Danwon rescatados con vida.
Otros 250 compañeros de este centro de Ansan (al sur de Seúl) con los que compartían viaje en el Sewol el 16 de abril del año pasado perecieron bajo las frías aguas meridionales surcoreanas, y de ellos cuatro de los cuerpos todavía no han sido localizados.
Un año después, a la desolación de los familiares de los adolescentes fallecidos se suma el estrés, la depresión y los remordimientos que siguen golpeando a sus compañeros que sobrevivieron.
De los 75 estudiantes de Ansan que alcanzaron la orilla aquel fatídico día, 57 se encuentran todavía bajo tratamiento psicológico o psiquiátrico en 8 hospitales diferentes, y uno de ellos intentó suicidarse en marzo.
«Son chicos jóvenes y a pesar de la tragedia deberían reír a veces, pero no pueden», comenta el representante de estos muchachos. «Los vecinos les miran fríamente como diciendo, ¿cómo puedes reír cuando tus compañeros están muertos? o, ¿cuántos privilegios y dinero en indemnizaciones vas a recibir?».
El desdén de la sociedad surcoreana, en la que el colectivo es más importante que el individuo, multiplica sus remordimientos por no haber hecho más para salvar al amigo que quedó atrapado bajo uno de los asientos del Sewol, o a la compañera que fue fácil presa de las olas al no llevar chaleco salvavidas.
A esto se suma que Danwon es un instituto público de un barrio de clase trabajadora, lo que implica que los supervivientes mantienen vivo el dolor al cruzarse a diario con los familiares de sus vecinos y amigos fallecidos.
La pesadilla de quienes salieron vivos de la tragedia no se limita, en todo caso, a los alumnos. De los 14 profesores que les acompañaban solo tres lograron ser rescatados, y de ellos uno se suicidó y los otros dos decidieron borrarse del mapa e iniciar una nueva vida lejos de Ansan.
«Nos sentimos culpables porque, si los profesores hubieran actuado mejor y más rápido, podrían haber salvado a más estudiantes», confiesa entre lágrimas Kim Sung-wook, de 55 años, padre de una joven docente que acabó con el Sewol en el fondo del mar.
Al margen del viaje escolar del instituto Danwon, viajaban en el barco decenas de personas de edades comprendidas entre los 6 y más de 70 años; de ellas, las que pudieron alcanzar la orilla ahora se enfrentan a sentimientos parecidos.
Choi Eun-su, un camionero de 42 años que sobrevivió al naufragio, siempre ofrece su apoyo en actos públicos a los familiares de los fallecidos al considerar que se encuentra en deuda con ellos.
«Había mucha confusión, así que cuando me monté en la lancha de salvamento tras ayudar a otros pasajeros creí que todo el mundo estaba a salvo. Después me di cuenta de que no era así y me siento muy culpable, por eso apoyo a los familiares en su causa», comenta.
La causa de los parientes de las víctimas y los supervivientes no es otra que llegar hasta el fondo de la verdad sobre las causas de esta tragedia que podría haberse evitado, una lucha que llevan a cabo sabiendo que sus vidas ya no serán las mismas de antes del 16 de abril de 2014.
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