Tokio recuerda los 70 años del bombardeo más mortífero de la historia

Pocas construcciones quedaron en pie tras el bombardeo

 

Causó más muertes inmediatas que Hiroshima y Nagasaki


Pocas construcciones quedaron en pie tras el bombardeo
Pocas construcciones quedaron en pie tras el bombardeo

Tokio conmemoró el martes el 70 aniversario del bombardeo de la ciudad por Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, un ataque que causó 105.400 muertos y está considerado el más mortífero de la historia junto a los de Hiroshima y Nagasaki.

En la madrugada del 9 al 10 de marzo de 1945, unos 300 aviones estadounidenses B-52 descargaron 1.700 toneladas de bombas incendiaras sobre la zona este de la capital, arrasando un área de 41 kilómetros cuadrados (aproximadamente la cuarta parte de la extensión de la urbe).


El ataque destruyó unos 260.000 hogares y ocasionó más de 100.000 muertos, según los datos de las autoridades niponas, cifras que lo sitúan como el bombardeo aéreo con más víctimas inmediatas de la historia, por encima de los de Hiroshima y Nagasaki.

Las bombas atómicas lanzadas en estas dos ciudades niponas en agosto de 1945 acabaron en el acto con la vida de 80.000 personas en Hiroshima y de 74.000 en Nagasaki, pero las víctimas mortales aumentaron por miles durante años posteriores debido a los efectos de la radiación.

Pese a la magnitud de la tragedia, el bombardeo de Tokio, que en ese momento contaba con una población de unos 3 millones de habitantes, no está tan presente en la memoria histórica nipona ni ha sido objeto de actos de homenaje al nivel de los que se realizan cada año en las dos ciudades devastadas por la bomba atómica.


De hecho, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, se convirtió en el primer máximo responsable político del país que participa en el memorial anual que se celebra en un cementerio de la capital donde descansan los restos de muchos de los fallecidos.

Abe prometió «contribuir en todo lo posible a conseguir una paz duradera», y destacó la necesidad de «afrontar el pasado con humildad y tener siempre presentes las lecciones de la trágica guerra», durante su intervención en el acto.


El príncipe Akishino, el hijo más joven del emperador Akihito, y su mujer, la princesa Kiko, también acudieron al acto en el que participaron unas 600 personas, e hicieron una ofrenda de incienso por los caídos.

Los medios nipones recogen testimonios de algunos de los supervivientes, como Etsuzo Nukagawa, quien perdió a la mayoría de sus familiares y compañeros de colegio en el bombardeo.

«Todavía puedo recordar claramente a la gente corriendo en todas las direcciones a través de las llamas. Creo que nunca más deberíamos participar en una guerra», manifestó esta mujer de 83 años, en declaraciones recogidas por la agencia Kyodo.

Más de 200 ciudades niponas sufrieron bombardeos en los últimos meses de la segunda Guerra Mundial hasta que Japón firmó su rendición el 15 de agosto de 1945, días después de los ataques con la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki. (EFE)

 

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