Tecnología led ahorra electricidad y contamina menos que las bombillas tradicionales
Carmen Rodríguez / EFE
El investigador japonés Hiroshi Amano, uno de los tres científicos distinguidos este año con el Premio Nobel de Física, aseguró hoy que a los 20 años, cuando empezó sus investigaciones, estaba convencido de que «si podía inventar el led azul podría cambiar el mundo».
A Amano no le faltaba razón, pues la invención de los diodos de luz azul era el paso necesario para conseguir la luz led blanca brillante, que hoy está en todas partes, desde la iluminación de las ciudades a las pantallas de los televisores.
En una lectura de Nobel no exenta de momentos de humor, Amano se dirigió en el Aula Magna de la Universidad de Estocolmo a un auditorio, lleno principalmente de estudiantes, ante el que relató los desafíos y las vías de investigación que siguió.
«Aún no me puedo creer que este aquí y doy muchas gracias», comenzó el científico japonés, quien expuso cómo las luces led han cambiado la vida del mundo y, sobre todo, la suya, no solo por hacerle ganar el Nobel, sino por todos los años de estudio y trabajo para lograr éxito allá donde muchos otros habían fracasado antes.
La Academia Sueca premió a Amano, a su profesor Isamu Akasaki y a Shuji Nakamura, este último trabajando por su cuenta, por la invención de los diodos que emiten luz azul eficiente.
Y es que para lograr los diodos de luz blanca era necesario combinar los de luz roja y verde (se conocen hacen medio siglo) con los azules, que supusieron un quebradero de cabeza para la industria durante 30 años pues nadie parecía capaz de dar lograr la tecnología para crearlos.
Amano recordó cómo en 1981 conoció al doctor Akasaki y un año más tarde entró a formar parte de su grupo de investigación en la Universidad japonesa de Nagoya para su trabajo de graduación.
«Escogí ese grupo porque su tema era tan simple como fascinante: ‘led azules con base de nitruro». El nobel, que hoy tiene 54 años, recordó que en aquella época pensaba que los televisores, que entonces llevaban tubo de imagen, eran demasiado voluminosos.
«Así que, si podía lograr hacer los led azules, podría cambiar el mundo por el simple hecho de hacer más pequeñas las pantallas de los televisores», que ahora son planas, rememoró entre risas.
Pero «en aquel momento no era consciente de lo difícil que podría llegar a ser», señaló Amano, quien explicó los quebraderos de cabeza que le dio crear cristales de nitruro de galio de gran calidad -«lo intenté más de 1.500 veces»- y luego semiconductores de tipo P, para presentar, en 1992, el primer led que emitía luz azul.
Amano tuvo «mucha suerte» de trabajar bajo la «excelente» supervisión de Akasaki, mientras el tercer premiado, Nakamura, hoy nacionalizado estadounidense, país donde investiga, logró también en los años 80 y en una pequeña industria química japonesa los mismos resultados pero con métodos distintos.
La Academia sueca destacó en la concesión de los Nobel que la invención de luz azul «comporta enormes beneficios a la Humanidad» y supone «una gran promesa» para mejorar la calidad de vida de 1.500 millones de personas en el mundo que no tiene acceso a las redes eléctricas.
«Combinando los led azules con células y baterías solares -explicó Amano- podemos lograr unos sistemas de iluminación muy simples, en especial para las jóvenes generaciones que no tienen acceso a la electricidad, así los niños podrán leer un libro e incluso estudiar de noche».
La iluminación con led es además de larga duración, bajo consumo y contamina menos que las bombillas tradicionales. El investigador señaló que algunos estudios en su país señalan que para 2020 se puede ahorrar en Japón un 7 % del gasto energético con esta fuente.
«El siglo XXI es el de la iluminación con led», aseguró, por su parte Nakamura, uno de los galardonados en 2008 con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.
Nakamura destacó durante su lectura que también son útiles para luchar contra el calentamiento global pues, según los datos que presentó, se calcula que en 2030 Estados Unidos podrá ahorrar un 40 % de electricidad y 185 millones de toneladas de CO2 gracias a la tecnología led.
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