Portugal nunca intentó colonizarlo porque “el país de los samuráis era imposible de conquistar»
Sabrina Aïd / EFE
Aunque ambos países estén en puntas distantes del planeta, Portugal y Japón guardan una peculiar y poco conocida relación que se inició hace 400 años gracias a la audacia de los navegantes lusos.
«Japón fue el país asiático que sufrió el mayor impacto y las mayores transformaciones por culpa de la expansión portuguesa», dijo a Efe el historiador y profesor universitario João Oliveira e Costa, uno de los autores del libro «História da Expansão e do Império Português», publicado recientemente en Esfera dos Livros.
La audacia de los navegantes portugueses en el descubrimiento de Brasil o en el camino marítimo de la India ya inspiró epopeyas como «Os Lusíadas», pero el impacto de las naos portuguesas al remoto Japón es capítulo poco conocido.
Iniciado en 1415 con la conquista de Ceuta, el imperio colonial portugués se extendió en África, Asia y Sudamérica, aunque solo tres décadas más tarde se trabó el primer contacto con la isla nipona.
Los japoneses conocieron, por primera vez, a un pueblo europeo cuando un grupo de comerciantes portugueses desembarcó en su territorio en 1543, y, desde entonces, se desarrolló una intensa interacción económica, pero también social y religiosa.
La escopeta portuguesa fue de los objetos que más impacto causó al pueblo local japonés, que, hasta entonces, desconocía las armas de fuego y combatía con flechas y otras armas blancas.
«Japón era un país semiaislado hasta que los portugueses llegaron. La relación lusonipona contribuyó a una significativa actualización de los conocimientos de la civilización japonesa», comentó Oliveira e Costa, cuya obra recopila de forma inédita desde el comienzo de la expansión marítima portuguesa (1415) hasta la independencia de la colonia china de Macao (1999).
Aparte de las armas de fuego, los portugueses introdujeron varias palabras en la lengua japonesa durante el periodo conocido como «Comércio Nanban».
Así, los nipones adoptaron vocablos de la lengua portuguesa como «pan» (pão), «tabako» (tabaco), «botan» (botão, botón) e «kirishitan» (cristão, cristiano).
«La llegada de las naos portuguesas, con sus trajes extraños para ellos, con los animales nunca vistos en Japón (gallina, pato o conejo), los tripulantes negros, con costumbres diferentes, fue plasmado por los artistas japonenses», añadió el docente de la Universidad Nova de Lisboa.
Otro reflejo de la interacción entre los europeos y japoneses fue el arte nambam, normalmente observado en biombos japoneses, donde se plasman los contactos comerciales entre las dos civilizaciones a la manera de álbum de imágenes.
«Existen varios museos japoneses con piezas asociadas a la cultura namban, sobre todo de carácter religioso como pinturas, banderas y armas de los cristianos», contó el historiador, quien destacó los muebles lacados que evocan a Occidente.
La cultura namban dejó su marca no solo en las artes visuales, sino también en los ritos religiosos, las artes interpretativas y la cultura científica de ambas civilizaciones.
Otras marcas relevantes se perdieron por los conflictos políticos y religiosos, que llevaron incluso a la persecución de los cristianos en Japón, considerados un peligro para el archipiélago por ser una bandera colonizadora.
«Todo lo relacionado con los portugueses se destruyó, todas las iglesias fueron destruidas en el siglo XVII», constata Oliveira e Costa.
A pesar de esas tensiones, la prueba viva de la centenaria relación que unió Japón y Portugal durante cerca de un siglo está en Macao, que se convirtió en una importante puerta comercial entre China, Europa y Japón.
La pequeña Macao, transferida a la Administración de Pekín en 1999, es un punto en el que convergen la identidad portuguesa y la china, un puente entre la cultura occidental y oriental.
«Los portugueses cambiaron la historia de Japón, pero este conservó su propia civilización», recordó Oliveira e Costa, quien explicó el motivo de por qué este episodio de la historia acaba por tener menos peso que la colonización lusa de Brasil, en 1500.
Frente a una civilización de escasa tecnología, especialmente en lo relacionado al armamento, los portugueses impusieron su fuerza ante los aborígenes de Brasil.
«Aunque en el caso de Japón, nunca pasó por la cabeza de los portugueses colonizarlos», refirió Oliveira e Costa para rematar la clave de la cuestión: «todo el mundo sabía que el país de los samuráis era imposible de conquistar».
Descubre más desde International Press - Noticias de Japón en español
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.