Joven nepalesa difunde en Japón su lucha para que las niñas no dejen la escuela para casarse

Ismita Kumari Chaudhary en Tokio (foto Plan Japan)

 

Los matrimonios prematuros ponen en riesgo sus vidas, dice


Ismita Kumari Chaudhary en Tokio (foto Plan Japan)
Ismita Kumari Chaudhary en Tokio (foto Plan Japan)

Ismita Kumari Chaudhary es una adolescente nepalesa de 16 años que visitó Tokio para alertar sobre el riesgo que entrañan los matrimonios precoces para las niñas.

Pese a su corta edad, Ismita tiene las cosas claras, tal como lo revela en una entrevista que concedió a Yomiuri Shimbun. «Quedar embarazada y dar a luz antes de que esté físicamente madura pone en riesgo la vida de una niña. Dejar la escuela (para casarse) hará que sea difícil para ella llegar a ser económicamente independiente en el futuro», declaró.


Ismita, que vive con su madre y su hermano menor en un pueblo en Nepal, creció viendo cómo las niñas menores de 15 años eran obligadas a casarse debido a la pobreza y las costumbres locales.

Ella decidió no seguir ese camino y hace dos años se unió a un club formado por una organización no gubernamental para informarse sobre los derechos de los niños.

“Descubrí que los matrimonios precoces no son buenos para las niñas”, manifestó. Actualmente, lidera el club y participa en reuniones de estudio o la puesta en escena de obras teatrales educativas sobre el tema, entre otras actividades.


La suya es una lucha de largo aliento. No se derriban viejas costumbres de la noche a la mañana. Hace poco, tres compañeras de clase tuvieron que abandonar la escuela para casarse.

Sin embargo, el trayecto la recompensa con pequeños triunfos. «El matrimonio de una chica de 15 años fue cancelado. De esa manera, mi comunidad está cambiando poco a poco», reveló a Yomiuri.


Ismita estuvo en Japón invitada por Plan Japan, una organización que defiende los derechos de la niñez. La menor, que participó en un foro en Tokio, espera que los japoneses levanten su voz contra los matrimonios prematuros de niñas.

Es inevitable asociar a la nepalesa con Malala, la paquistaní de 17 años que acaba de ganar el Premio Nobel de la Paz y que lucha por una causa similar a la suya. “Estoy orgullosa de ella. Quiero dar lo mejor de mí como ella lo hace”, dijo.

A Ismita le encantan las matemáticas y los niños, y tiene un hermoso sueño: convertirse en profesora para estudiar y jugar con ellos, y enseñarles sus derechos. (ipcdigital)

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