Antes de llegar a Japón, estuvo por el norte de Europa hasta alcanzar Moscú, cruzar Kazajistán y atravesar el desierto del Gobi en Mongolia.
La periodista y motera Alicia Sornosa, primera mujer española en dar la vuelta al mundo en motocicleta, acaba de culminar en Japón su última aventura, un viaje en moto desde España que le ha llevado dos meses y medio y 22.000 kilómetros, según dijo hoy a Efe.
Sornosa (Madrid 1973) decidió lanzarse a esta nueva aventura después de recorrer más de una veintena de países de los cinco continentes desde 2011, y aprovechando que en 2014 que se cumplen cuatro siglos de relaciones entre España y Japón.
«Siempre había tenido ganas de venir a Japón y este año tenía la excusa perfecta», relató la viajera, quien a pesar de haber recorrido medio mundo afirmó que el país del Sol Naciente «es uno de los más le han asombrado».
Entre lo que más le ha llamado la atención destacó «la cultura, la gastronomía, los paisajes increíbles, las ciudades limpias y bien organizadas o la educación de la gente».
Al mismo tiempo, encontró «muchos puntos comunes entre Japón y España», como el hecho de que se usen abanicos o «la costumbre de comer en barras de bares, platos pequeños como tapas y mucho pescado».
Antes de llegar al archipiélago nipón, condujo por el norte de Europa hasta alcanzar Moscú, cruzar Kazajistán y atravesar el desierto del Gobi en Mongolia.
Como en sus otros viajes, Sornosa llevó a cabo un proyecto solidario, en este caso la ayuda a la escolarización de niños aquejados de osteogenia imperfecta, una enfermedad congénita también llamada huesos de cristal, y para lo cual recaudó más de 1.000 euros gracias a donaciones a través de las redes sociales.
Posteriormente, Sornosa y otro motero compañero de viaje regresaron a Rusia para llegar hasta el final de la carretera Transiberiana, coger un ferri hasta la Isla de Sajalín y, desde allí, otro barco hasta Hokkaido, al norte del archipiélago nipón.
Sornosa atravesó Japón hasta llegar a Tokio, donde terminó su trayecto de 22.000 kilómetros realizados exclusivamente por tierra, salvo cuando se veía obligada a tomar un ferri con su moto, y todo ello sin sufrir ningún accidente reseñable.
Entre los tramos más duros destacó el desierto del Gobi y partes «interminables» de la ruta Transiberiana, en los que se atravesaba el bosque y «no se veían pueblos ni casas durante decenas de kilómetros».
También recibió la ayuda desinteresada de muchas personas que le ofrecieron alojamiento, comida o indicaciones cuando estaba perdida, según Sornosa, quien afirma que una de las enseñanzas que ha aprendido de sus viajes es que «el ser humano es bueno por naturaleza».
La viajera se encuentra estos días descansando en Tokio, donde ha participado en un coloquio con estudiantes de castellano en el Instituto Cervantes de la capital nipona.
Sornosa, que además de viajera habitual se gana la vida como periodista de motor, planea escribir una novela inspirada en sus viajes y ya tiene la vista puesta en su próxima aventura, que la llevará a recorrer el continente americano de norte a sur. EFE
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