Allegados recuerdan a las víctimas de la erupción del volcán en Japón
Yoko Yamagami (35) estaba escalando el monte Ontake con dos amigas cuando el volcán erupcionó. Una roca la golpeó en la cabeza. Al borde de la inconsciencia, poco antes de morir, llamó a su mamá por teléfono para decirle “lo siento” y “gracias”.
La mujer trabajaba como funcionaria en la ciudad de Fuchu, Tokio. Pasó por los departamentos de educación, economía y turismo. Era considerada como una hermana mayor que ayudaba a los nuevos empleados en su trabajo.
Yasuo Kato, director del departamento de economía y turismo de Fuchu, la describe en entrevista con Mainichi Shimbun como «una mujer seria con un fuerte sentido de la responsabilidad y capacidad para actuar. A primera vista se veía sumisa, pero tenía fortaleza y no temía decirles a sus jefes lo que pensaba”.
Otra de las víctimas mortales de la erupción del Ontake fue Masatomo Arai (41). Su hermano mayor Kazutoshi lo recuerda como “un hermano bueno que era como un ancla que mantenía a la familia unida».
Hasta que no vio el cadáver de su hermano menor, Kazutoshi creyó que se había salvado. Cuando tocó el frío cuerpo de Masatomo recién tomó real conciencia de la dimensión de la tragedia.
Arai trabajaba en el desarrollo de prototipos de piezas en la oficina de Suwa, Nagano, de la empresa Seiko Epson. Dos compañeros de trabajo que escalaban el monte Ontake con él resultaron heridos.
Su jefe lo recuerda, en diálogo con Mainichi, como un hombre “honesto y lleno de humor, alguien que levantaba el ánimo de todos, tanto en el trabajo como después».
Tres excompañeros de una universidad de Osaka estaban recorriendo el Ontake cuando este erupcionó. Solo uno sobrevivió. Uno de los fallecidos, Keisuke Ikeda (32) enseñaba en una preparatoria de Osaka. El vicedirector de la escuela lo recuerda “siempre sonriendo” y como “un hermano mayor para los estudiantes”. (ipcdigital)
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