Artista japonesa revive un pueblo fantasma
(Imágenes Fritz Schumann)
Ayano Tsukimi tiene 64 años y hace 11 abandonó Osaka, donde vivía, para retornar a su pueblo natal, Nagoro, región de Shikoku.
Nagoro es casi un pueblo fantasma. Apenas 37 personas viven en él, entre ellas Ayano y su padre de 83 años. Sus habitantes migraron o murieron.
Incapaz de resignarse al despoblamiento de su tierra, para no sentirse tan sola, para llenar el vacío que dejaron los que partieron, la anciana hace muñecos desde hace diez años, pero no como los que tienen las niñas, sino muñecos de tamaño natural que a la distancia parecen humanos.
Los muñecos están en todas partes. Trabajando en el campo, pescando, descansando al aire libre, tomando una siesta… incluso en la escuela. Hace dos años cerró la escuela del pueblo: tenía un profesor y dos alumnos. Ayano decidió revivirla: hoy la escuela tiene alumnos, profesores y un director.
La historia de esta singular artista ha trascendido las fronteras de Japón gracias al fotógrafo alemán Fritz Schumann, que ha elaborado un breve documental que muestra a una mujer serena y dulce que parece en paz consigo misma y no temerle a la muerte.
“Cuando hago muñecos de gente muerta pienso en ellos como si estuvieran vivos y saludables”, dice. “Son como mis hijos”, agrega. Incluso tiene uno de ella misma.
Ayano dice que la parte más difícil de su trabajo es plasmar la expresión facial de los muñecos, sobre todo los labios. Por el contrario, asegura tener más destreza para replicar ancianas.
Los muñecos de la artista japonesa –calcula que ha hecho unos 350– llaman la atención de visitantes que acuden al pueblo a tomarles fotos. Sin embargo, admite que no a todos les gustan. Algunos les temen.
No lo dice en el video, pero Schumann revela que Ayano tiene un esposo y una hija en Osaka. La mujer es reservada y prefiere expresarse a través de sus muñecos. Ellos ahora son su familia. (International Press)
Valley of Dolls from Fritz Schumann on Vimeo.