Japoneses pagan para que sus compañeros disfruten de paseos
(Fotos Unagi Travel)
No importa cuánto estemos advertidos, que sepamos que en Japón siempre ocurren cosas insólitas. Nunca deja de sorprendernos.
En septiembre pasado, una agencia de viajes organizó un tour gracias al cual Pen-chan y Hiroshi disfrutaron de un paseo por el parque Yoyogi, en Tokio, y visitaron el observatorio del edificio del gobierno metropolitano de la capital japonesa, entre otros atractivos.
¿Cuál es lo llamativo del caso? Que Pen-chan y Hiroshi no son personas, sino animales. Y no animales de verdad, sino de peluche. El primero es un pingüino y el segundo una oveja.
Hay más aún. Viajaron solo los animales, no sus dueños, que pagaron 2.000 yenes (19,6 dólares) para que sus mascotas inanimadas se fueran de paseo.
Desde hace tres años, la agencia Unagi Travel ofrece tours para animales de peluche. Su creadora, Sonoe Azuma, sube a Facebook fotografías de los paseos para que las disfruten los propietarios de los animalitos.
Todo comenzó con una anguila de peluche. Azuma llevaba a su compañera de viaje e informaba de sus recorridos en su blog. La buena recepción que tenía entre sus amigos la impulsó a crear Unagi Travel, revela Yomiuri Shimbun.
La agencia se hizo conocida poco a poco gracias al boca a boca. Actualmente, organiza un máximo de diez viajes por mes. Hasta a Estados Unidos.
Azuma calcula que ha llevado de viaje a unos 200 animales y que el 40 % de sus clientes son asiduos.
Llegados a este punto, la pregunta, inevitable, es: ¿a quién se le ocurre pagar para que lleven a sus animales de peluche de viaje?
El asunto es más complejo de lo que parece.
«Quiero ver y caminar por los lugares que he visto a través de los viajes de mi muñeco de peluche algún día», le dice una mujer de 51 años, de la prefectura de Saga, a Yomiuri.
Una enfermedad le dificulta caminar. Recluida y desmoralizada, era renuente a luchar por recuperarse. Su vida comenzó a cambiar luego de que su animal de peluche se uniera a los tours de Unagi. Eso le dio fuerzas para trabajar en su rehabilitación. Incluso, por primera vez en varios años, se animó a ir a prefecturas vecinas para comprar.
“Ver a mi animal de peluche viajando me dio ánimos. Comencé a pensar que debería hacer lo que puedo, en vez de lamentarme por las cosas que no puedo hacer”, dice.
Una mujer con discapacidad en la región de Kanto, que se desplaza en silla de ruedas, es otra de las clientas de Unagi Travel. Ver a su animal hacer lo que ella no puede la impresionó tanto que incluso visitó a Azuma, pese a que no le gusta salir.
Un cliente le comentó a la dueña de la agencia: “Mi familia quedó abatida por la pérdida de mi padre, pero el viaje de nuestro animal de peluche nos alegró, y ahora tenemos más conversaciones en la casa”.
“Es una buena oportunidad para que mi hijo que está en primaria, que no podía dejar ir a su animal de peluche, se vuelva independiente”, le dijo otro usuario.
En palabras del profesor Nario Ihara, de la Universidad de Ochanomizu, los animales de peluche pueden cumplir la función de un «compañero imaginario».
Claro, los compañeros o amigos imaginarios son un fenómeno psicológico que ocurre con frecuencia en la niñez. Los niños crean un mundo imaginario con sus camaradas ficticios para compensar su soledad, según el experto. El fenómeno tiende a desaparecer con los años.
A su juicio, los compañeros imaginarios son importantes para que sus propietarios se atrevan a salir al mundo exterior e interactuar con los demás. “Los tours de los animales de peluche pueden servir como ensayo para su estabilidad mental”, declara a Yomiuri.
Azuma dice estar contenta de ayudar a los dueños de los animales a sentirse mejor y estimularlos a luchar para avanzar en sus vidas. (ipcdigital)