Mientras más tiempo pasa, más la recuerda y más triste se pone
Z tiene más de 90 años, reside en Tokio y su esposa murió hace dos años. A pesar del tiempo transcurrido, aún no puede superar la pérdida de la mujer con la que compartió alrededor de 70 años de vida.
Ni siquiera cuando murieron sus padres –le confiesa a Yomiuri Shimbun– se sintió así.
Su hijo le dice que es natural que se sienta triste. Sin embargo, el tiempo, en vez de atenuar su tristeza, la fortalece. Cada vez se siente peor, más triste, más descorazonado, más desamparado sin la mujer de su vida. No duerme bien y sueña con ella.
“Tengo un sueño en el que mi esposa se encuentra al pie de un puente, sin poder cruzarlo para llegar a la otra orilla. En la vida real, ella no podía caminar sin agarrarse de mi mano. Cuando me despierto, siento pena y culpa por no cruzar el puente con ella”, escribe el anciano. Su esposa lo está esperando para cruzar el puente y él se la imagina así, parada, aguardando.
“He pensado en ir al mundo en el que mi esposa me espera, pero no puedo hacer eso porque no quiero herir a mis hijos”, dice.
Z busca consejo. Quiere saber cómo puede olvidar a su esposa y seguir con su vida.
El escritor Taku Mayumura le recomienda hacer lo contrario de lo que está haciendo. No intentar olvidarla, sino al revés.
“Se dice que cuanto más tratamos de olvidar algo, más lo recordamos. Sin embargo, si nos decimos a nosotros mismos para no olvidarnos de algo, tendemos a olvidarlo antes de que nos demos cuenta”, escribe en Yomiuri.
Mayumura le pide a Z que se esfuerce en recordarla, escribiéndole cartas, recordando cosas que vivieron, los viejos buenos tiempos, y contándole cómo se siente ahora. “Será un libro solo para usted”.
Le aconseja, también, que mientras lo escriba se tome un tiempo para descubrir algo nuevo o interesante en su vida, que se abra al mundo. De ese modo, seguramente, su esposa estará feliz de que él busque seguir viviendo. (ipcdigital)