Artista japonesa inaugura retrospectiva sobre su obra en España
Roberto Cubero / EFE
La artista japonesa Yoko Ono recordó que hasta el asesinato de su marido, John Lennon, ella era una mujer que admiraba a los que afrontaban la vida como un sufrimiento, pero a partir de su muerte, decidió cambiar e intentar vivirla con alegría.
Son declaraciones de Yoko Ono (Tokio, 1933) en una entrevista con EFE con motivo de la inauguración hoy en el Museo Guggenheim de Bilbao (norte de España) de una exposición retrospectiva sobre su obra.
Ataviada con su sempiterno traje negro y sus gafas de sol oscuras, con un sombrero de color crema, ladeado, Yoko Ono repasó sus seis décadas como artista conceptual y sus recuerdos del exbeatle, una persona que «siempre creyó mucho -dijo- en mi obra».
«Fue uno de mis mejores amigos en este sentido. Sigo pensando que John está aquí, porque todas las canciones bellísimas que hizo las seguimos sintiendo en nuestros corazones», evocó.
Yoko Ono recordó que en los años 60, ella no se preocupaba mucho de dar a conocer su obra.
«Pensaba que a la gente no le iba a interesar, estaba centrada en la creación, en seguir y seguir adelante para producir una obra creativa, que quizás sirviese a la humanidad más adelante en el tiempo», señaló.
Era una época en que ella era «muy valiente, quizás hasta demasiado».
De niña, admiraba la historia de un guerrero japonés que tenía que atravesar en la vida siete tragedias y ocho sufrimientos y ella quería ser como él.
«Me impresionó tanto, porque era tan valiente…, yo era valiente, pero quizás lo fui hasta demasiado. Cuando murió John, vi que algo estaba haciendo mal y me dije a mí misma: en vez de tener siete desgracias y sufrimientos, lo que quiero tener es siete alegrías y ocho tesoros, y lo hice. Eso nos muestra lo poderosas que son las palabras y cómo influyen en tu mente», argumentó.
Aunque Ono considera que su arte conceptual no tenía una visión negativa.
«La forma era lo revolucionario, lo que dije en sí no era tan provocativo, no había escepticismo en ello», comentó a EFE.
Como ejemplo, Ono recordó la obra que le permitió conocer a John: «Pintura de techo» (Ceiling Painting), presentada en 1966 en Londres, y que está recogida en la muestra del Guggenheim.
En ella, la artista invita al observador a trepar mentalmente a una escalera blanca situada en la sala, donde una lupa cuelga de un marco colocado en el techo.
Una vez allí, al utilizar la lente de aumento, el observador descubre la «instrucción»: «YES» («SÍ»).
Fue a través de esta pieza como Yoko Ono conoció a Lennon, quien, conmovido por el positivismo que transmitía, solicitó que le presentaran a la artista.
Por eso, Yoko Ono insistió hoy: «En los 60, yo dije que sí. ¿Qué hay de provocativo en ello? Lo provocativo era el arte».
Un mensaje optimista que hoy repitió por doquier: desde los elogios al «bellísimo» edificio de Frank Ghery, pasando por su actitud a los 81 años -«no siento la edad que tengo, estoy entrando en la segunda fase de mi vida, no como mi vieja yo, sino como una nueva yo, y me apasiona»-, hasta su fe en un mundo en paz.
«Estamos creando un mundo bello donde cada persona se puede comunicar con todo el mundo a través del ordenador, y eso es una idea muy interesante. Creo que estamos creando un mundo que no debe asustarnos, donde además ninguno de los países tiene suficiente dinero para seguir fabricando armas», comentó la artista en la rueda de prensa de presentación de la muestra.
«Creo que vamos hacia un mundo en paz, no hacia el apocalipsis. Una vez dije que sería para el 2050. Se me ocurrió sin más, pero entonces tendré 116 años, así que tiene que ser antes: en 2025», bromeó.
Como despedida, afirmó con esperanza: «Quizás tenga suerte y vea la paz en el mundo».
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