Quiere ayudarlo a superar su racismo
En la noche del 5 de septiembre del año pasado, Hitoshi Yamauchi, un japonés de 46 años, retornaba a su casa cuando fue abordado por un hombre cerca de una estación de autobús en Berlín. “¡Yo no sé si eres chino, japonés o coreano, pero te odio!”, le gritó en alemán e inglés. Acto seguido le asestó un puñetazo en el rostro que rompió sus anteojos y le dejó un ojo hinchado.
La agresión, como era previsible, conmocionó a Yamauchi. Sus amigos le dijeron que había tenido el infortunio de toparse con un racista violento. Algo así como: mala suerte, qué se le va a hacer, la vida continúa.
Incapaz de resignarse, Yamauchi, que reside en Alemania desde el 2000, pensó que algo tenía que hacer para extraer una lección u oportunidad de su nefasta experiencia, para que nadie más sufriera la “mala suerte” de encontrarse cara a cara con un racista como el que lo mandó al hospital.
Al japonés se le ocurrió que podía ayudar a su agresor a superar o mitigar su racismo. Como el hombre se dirigió a él en inglés y alemán, supuso que era hábil en el manejo de idiomas, así que decidió ofrecerle un trabajo como voluntario (o pagado si así lo deseara) traduciendo textos escolares del inglés al alemán.
Yamauchi creyó que trabajando con un japonés, su atacante podría reconsiderar su aversión a los asiáticos.
¿Cómo llegar a él? El japonés, cuya singular historia relata el sitio web RocketNewes24, publicó en una estación de metro cerca de donde ocurrió el incidente un anuncio en el que aparecía con un ojo parchado y la invitación a su victimario para trabajar juntos para acabar con el odio y el racismo.
A través de su sitio web, el japonés le propone al racista construir a través de la educación un mundo mejor, un proceso “lento y doloroso”, pero que vale la pena intentar. “Tiene que dejar de odiar a los otros si desea tener este trabajo”, le dice.
Yamauchi, un desarrollador de software, no ha vuelto a saber de su agresor. Sin embargo, su aviso atrajo a dos personas que se sumaron a su proyecto de traducción.
Quizá su atacante nunca responda a su aviso, pero al menos Yamauchi está contribuyendo a hacer del mundo un sitio menos malo. (ipcdigital)