Para algunos glorifica el imperialismo japonés y para otros es antijaponesa
Una obra puede tener múltiples lecturas, incluso abiertamente contradictorias. La última película de Hayao Miyazaki, “Kaze tachinu”, puede dar fe de ello.
La historia de Jiro Horikoshi, creador del avión de combate que utilizaron los kamikazes en la Segunda Guerra Mundial, ha sido criticada en Corea del Sur por gente que considera que “glorifica el imperialismo japonés” y la tacha de derechista.
En Japón, por el contrario, hay sectores que la califican de “antijaponesa” y “tonta”, y a Miyazaki de “traidor”.
Era hasta cierto punto previsible que esto ocurriera, tratándose de una obra ambientada en la Segunda Guerra Mundial, que tantos resquemores despierta en Asia.
Miyazaki declara al sitio web NPR que sabía en lo que se estaba metiendo y que, por eso, dudó antes de hacer la película.
El ganador del Óscar por “El viaje de Chihiro” recalca que pese a que han transcurrido casi siete décadas desde la culminación de la Segunda Guerra Mundial, Japón y los países que sufrieron sus abusos –como China y Corea del Sur– aún mantienen desacuerdos sobre esa parte de la historia que infortunadamente compartieron.
Miyazaki, conocido pacifista, sostiene que el nacionalismo obsoleto en Japón le recuerda al que existía en tiempos de guerra y que eso lo empujó a hacer la película.
Por su parte, la cineasta Linda Hoaglund, que ha subtitulado cinco películas del maestro japonés y en declaraciones que recoge NPR, describe a Horikoshi como un joven que sueña con crear un avión eficiente y hermoso, pero que debido a circunstancias históricas no tuvo otra alternativa que ser cómplice de una guerra que fue desastrosa para su país.
Hoaglund creció en Japón y recuerda que en la escuela le enseñaron que los kamikazes eran heroicos mártires, mientras que más tarde, en Estados Unidos, se dio cuenta de que los estadounidenses los consideran unos fanáticos suicidas.
A su juicio, los kamikazes enfrentaron la misma situación que el diseñador de aviones que protagoniza “Kaze tachinu”. Para ella, eran jóvenes “desesperados por vivir”, pero acorralados por un país y un ejército que no les dejó otra opción que aceptar órdenes.
En línea con lo dicho por Hoaglund, Miyazaki sostiene que todo aquel que vivió en aquellos tiempos de guerra –como Horikoshi– estaba “condenado a ser una figura trágica”.