Expertos sostienen que veto a inmigrantes era inhumano y carecía de base jurídica
El gobierno de Japón levantó el martes 15 el veto al reingreso a territorio japonés de los nikkei que recibieron ayuda económica para retornar a sus países en 2009.
Alrededor de 20.000 brasileños se acogieron al programa estatal que proporcionaba 300.000 yenes (poco más de 3.000 dólares) a cada uno y que, a cambio, les prohibía pisar nuevamente Japón en un lapso de tres años, plazo que se podía ampliar de acuerdo con la situación económica del país.
Transcurridos los tres años, el gobierno se mostró reacio al principio a permitir la reentrada de los nikkei que se beneficiaron de la ayuda.
La recuperación de la economía del país ha influido en la rectificación del gobierno que encabeza el primer ministro Shinzo Abe.
Angelo Ishi, profesor de sociología de la Universidad de Musashi –consultado por The Japan Times– sostuvo que mientras el gobierno más se empeñe en destacar los beneficios de su programa económico menos motivos tiene para sostener que la economía no es lo suficientemente sólida para abolir el veto a los nikkei.
No obstante, los nikkei que desean reingresar a Japón deben presentar un contrato de trabajo que los vincule con una empresa japonesa por al menos un año.
Algunos sostienen que el requisito es muy difícil de cumplir, pues muchos extranjeros solo pueden conseguir empleos temporales.
Sin embargo, Ishi respaldó la condición establecida por el gobierno, pues obliga a las empresas a no abusar de los extranjeros garantizándoles al menos un año de trabajo y, por ende, más seguridad laboral. Además, dijo que esto marca un cambio histórico en la percepción de los trabajadores nikkei en Japón.
No obstante, no todos atribuyen la marcha atrás del gobierno a la reactivación de la economía del país. Hay sectores que consideran que la demanda que en mayo pasado entabló la nikkei brasileña Giullyane Futenma, de 22 años, contra el gobierno por impedirle reingresar a Japón impulsó a Tokio a rectificarse.
Giullyane y sus padres se acogieron al programa de ayuda en 2009. En Brasil, ella se casó con Lucas Futenma, quien también había sido inmigrante en Japón.
Lucas volvió a Japón en 2012 e hizo gestiones para que Giullyane pudiera seguirle los pasos. Ante la negativa de Migraciones, la joven brasileña demandó al gobierno nipón. Para no ir juicio, quizá temiendo una derrota, el Ejecutivo autorizó el reingreso de Giullyane.
Para Ryo Takagai, abogado de los Futenma, impedir la entrada a Japón de los nikkei porque se beneficiaron de un programa gubernamental no tiene ningún fundamento jurídico.
Por su parte, Kimihiro Tsumura, profesor de la Universidad Hamamatsu Gakuin, declaró a The Japan Times: «Solo espero que Japón haya aprendido la lección esta vez y nunca recurra a la misma clase de programa inhumano incluso si la economía se hunde de nuevo».
Giullyane y Lucas residen actualmente en la ciudad de Hamamatsu.