Cineasta dice que ya no se siente obligado a hacer algo por el mundo
El aplaudido director de cine de animación Hayao Miyazaki ha asegurado que hace películas «para hacer negocio, no para cumplir un cometido cultural», en una entrevista publicada en la versión digital del diario Asahi tras el reciente estreno de su nuevo film.
A sus 72 años el realizador nipón explicó en el texto que con el tiempo ha aprendido a admitir «las limitaciones» de sus empeños y que ya no se siente «obligado a hacer algo por el mundo» como cuando era más joven.
Miyazaki quitó peso a la influencia que ejerce con sus largometrajes sobre espectadores de todo el mundo.
«Hago películas para hacer negocio, no para cumplir un cometido cultural. Mis películas simplemente tienen éxito. Si a la gente no le interesara lo que hago, mi empresa (Studio Ghibli) se iría a pique», reconoció durante la entrevista.
«Algunos de los que se han unido recientemente a Studio Ghibli parecen creer que han logrado un empleo en una empresa estable, lo cual es pura ilusión», añadió.
El cineasta recordó que en contra de la actual tendencia de subcontratar animadores en el extranjero para rebajar costes, Ghibli insiste desde hace dos décadas en emplear una plantilla japonesa fija para cada filme de cara a «asegurar la calidad» y porque el pago por pieza perjudica a los artistas.
«Sabíamos, claro está, que hacer esto nos iba a obligar a ser más prolíficos a la hora de producir nuevas obras para llegar a fin de mes, y que esto reduciría nuestra eficiencia operativa», confesó el director, cuya cinta «El viaje de Chihiro» obtuvo el Oscar a la mejor película de animación en 2003.
En lo que respecta a su recién estrenada película «Kaze tachinu» («El viento se levanta»), filme sobre Jiro Horikoshi, padre del A6M Zero-sen (caza insignia de las fuerzas aéreas niponas en la II Guerra Mundial), Miyazaki explicó que confía en haber subrayado la genialidad y humanidad del ingeniero.
Con esto, el realizador tokiota espera evitar que sea usado como una figura que alimente «el patriotismo y el complejo de inferioridad» de los revisionistas y fanáticos de extrema derecha de Japón.
Miyazaki también admitió lo contradictorio que resulta para un antibelicista como él loar un artefacto que fue empleado como arma y explicó que el filme responde a su amor por la aviación y el diseño del Zero-sen y que busca explorar el «sueño hermoso, pero maldito» que supuso concebir ese avión para sus creadores. (EFE)
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