Nuevo tratamiento es menos agresivo y más preciso que el convencional
Andrés Sánchez Braun / EFE
Con el objetivo de evitar el uso de la cirugía, un centro médico de Japón ha comenzado a realizar ensayos clínicos con irradiación de partículas pesadas en el tratamiento del cáncer de mama, método usado hasta ahora para otros tipos de tumor.
«Ante todo, muchas mujeres no queremos someter nuestros pechos a ningún bisturí», contó a Efe la doctora Kumiko Karasawa, directora de tratamientos del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas de Japón (NIRS, por sus siglas en inglés), situado en la prefectura de Chiba, al noreste de Tokio.
El tratamiento habitual del carcinoma en el pecho pasa en la actualidad por combinar cirugía con radioterapia convencional o quimioterapia.
Hace apenas dos semanas el centro japonés llevó a cabo el primer ensayo clínico de la historia con rayos de iones de carbono para tratar un tumor en el pecho de una paciente.
La mujer se sometió al que será el procedimiento estándar para este tratamiento: cuatro sesiones de radioterapia de partículas pesadas en cuatro días consecutivos.
Tanto en el caso de ésta como del resto de pacientes que participen a partir de ahora en este programa, la institución realizará un seguimiento de su evolución durante algo más de 5 años, precisó Karasawa.
Para realizar el ensayo, el NIRS empleó su acelerador médico de iones pesados (HIMAC, en inglés), que fue la primera máquina de este tipo fabricada en el mundo cuando se inauguró en 1994.
En total, más de 7.300 pacientes de todo el mundo se han sometido desde entonces a terapias radiológicas con el HIMAC para tratar distintos tipos de tumores.
La ventaja de este tipo de tratamiento es que resulta poco agresivo al irradiar la superficie del cuerpo y que luego gana en intensidad al alcanzar el tumor de una manera mucho más precisa y localizada, a diferencia de otros tipos de radioterapia, que son más dañinos para los tejidos que rodean al tumor.
Hasta ahora este sistema, por el cual el paciente debe esperar un buen rato recostado hasta que el haz es calibrado con total precisión antes de ser aplicado durante apenas uno o dos minutos, se utiliza para tratar tumores óseos, en los tejidos blandos, en el pulmón, en el hígado, en la cabeza, en el cuello o en la próstata.
Las mujeres que pueden someterse a estos ensayos clínicos en el NIRS deben ser mayores de 60 años (una edad en la que un proceso quirúrgico presenta más complicaciones) y tener un tumor localizado (el cáncer no debe haberse extendido a otros órganos) con un tamaño inferior a los 2 centímetros.
Aunque todas ellas recibirán el tratamiento de manera gratuita, un tratamiento corriente con partículas pesadas no es barato.
Los pacientes que utilizan esta sofisticada tecnología, que requiere de un dispositivo que ocupa la superficie de un campo de fútbol, deben abonar 3.140.000 yenes (casi 25.000 euros), ya que la seguridad social japonesa no cubre los tratamientos de «medicina avanzada».
Los extranjeros deben pagar en torno a 5 millones de yenes (40.000 euros).
Y es que, además de la gran cantidad de terreno que se requiere para erigir un acelerador de partículas, «la principal desventaja de este tipo de radioterapia es lo caro que resulta levantar y mantener las instalaciones», explicó Karasawa.
El HIMAT costó 33.000 millones de yenes (más de 260 millones de euros o 343,6 millones de dólares) y su construcción llevó diez años, aunque desde entonces las instalaciones han sido renovadas y el centro acaba de estrenar unas nuevas y vanguardistas salas de tratamiento.
Por eso, no es de extrañar que solo existan siete aceleradores médicos de iones de carbono en todo el mundo.
Cuatro están en Japón (además del NIRS, existen otros tres en las prefecturas de Saga, Gunma y Hyogo) y los otros tres se encuentran en Heidelberg (Alemania), Pavia (Italia) y Lanzhou (China).
Además, en Japón, China, Taiwán y Corea del Sur ya se están construyendo nuevas unidades, del mismo modo que en Europa cuatro están ya planificadas o en construcción: dos en las ciudades alemanas de Marburgo y Kiel, uno en Lyon (Francia) y otro al sur de Viena (Austria).
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