Es el primer japonés que se ubica entre los 15 primeros del mundo
Luis Miguel Pascual / EFE
Kei Nishikori es para todo el mundo uno de los representantes de la joven generación de tenistas destinada a tomar el relevo de los aristócratas actuales del circuito. Pero en Japón, el próximo rival de Rafael Nadal en Roland Garros es ya una estrella indiscutible.
A sus 23 años, el número 15 del mundo representa el auge de un juego poco conocido en el imperio del sol naciente, pero también la potencia publicitaria del deporte de la raqueta en un mercado de casi 130 millones de personas.
El próximo rival de Nadal es un tenista aguerrido, agresivo desde el fondo de la pista, rápido en sus movimientos y dotado de un incansable derechazo que desgasta a sus rivales a base de constancia.
Las características, que parecen sacadas de un retrato robot del mallorquín, le convierten en un temible rival, aunque a diferencia del español es sobre pista dura donde ha conseguido sus mejores resultados, los tres torneos que adornan hasta ahora su palmarés, los de Delray Beach, Tokio y, sobre todo, el de Memphis, conquistado esta temporada.
Aunque su principal conquista, la que más fama le ha creado, fue la derrota que le propinó hace un mes a Roger Federer en la tierra batida del torneo de Madrid, donde el suizo era el defensor del título.
Hasta entonces, su principal éxito había sido la victoria en el Abierto de Estados Unidos de 2008 contra el español David Ferrer, que entonces era 4 del mundo.
En París este año se deshizo con facilidad del canadiense Jesse Levine, cedió una manga contra el esloveno Grega Zemlja y acalló al público local al eliminar al nuevo héroe francés, Benoit Paire, otro de los llamados a liderar el tenis en el futuro.
A base de golpes de efectos como esos, Nishikori ha dejado de ser en el circuito el simpático japonés que tan pronto servía de «sparring» de Federer en Wimbledon como peloteaba con Nadal antes de la final de 2006 en Roland Garros.
Su ascendente carrera sufrió un parón en 2009 por una lesión que le mantuvo casi todo el año alejado de las pistas, pero su retorno fue más trepidante y el ascenso en el ranking como la espuma.
En 2012 se metió en cuartos de final del Abierto de Australia, hasta ahora su mejor actuación en un Grand Slam, y posteriormente se alzó con el torneo de Tokio, algo que ningún otro japonés había conseguido en sus más de 40 años de vida.
Aquel triunfo agrandó todavía más la leyenda del nipón en su país, donde es adulado como una estrella, una condición que el jugador alimenta a base de gestas históricas.
De momento, es el primer japonés que se mete en octavos de final de Roland Garros desde 1938. Es el primero que se cuela entre los 15 primeros del mundo desde que en 1968 se instauró la «era Open» y comenzó a elaborarse el ranking.
Sus hazañas han revitalizado en Japón un deporte que, introducido por los misioneros en el siglo XIX, había quedado muy tocado a causa del auge de la variante local, el «soft tennis».
Los patrocinadores se lo rifan y su imagen es ya una de las más preciadas por los anunciantes.
Uniqlo, la marca nipona de ropa que le viste, la misma de Novak Djokovic, número uno del mundo, asegura que en Japón es más conocido Nishikori que el serbio.
«Todo el mundo le conoce, su rostro está por todas las partes», asegura el consejero de la marca Masahide Sakamoto.
El tenista ha dejado de ser un desconocido y apenas ya puede pasearse por las calles de Tokio sin que los aficionados le detengan para pedirle un autógrafo.
Y eso que su carrera se forjó lejos de Japón, en Florida, en la academia de Nick Bolletieri, de donde salieron André Agassi o Jim Courier.
Allí llegó con apenas 13 años y sin hablar una palabra de inglés, apadrinado por el patrón de Sony, Masaki Morita, que desde los 5 años seguía de reojo su carrera.
Ahora, Nishikori está listo para dar un nuevo golpe de efecto, aunque es consciente de que enfrente tiene al mejor tenista sobre tierra batida de todos los tiempos.