Los grandes exportadores han fortalecido sus ganancias en los últimos meses
Javier Picazo Feliú / EFE
La contundente estrategia de estímulo económico impulsada por el primer ministro nipón, Shinzo Abe, ha disparado la cotización del parqué tokiota y llevado a mínimos al yen, lo que ha provocado un beneficio visible para las grandes corporaciones del país.
Esta semana, los gigantes exportadores Sony y Toyota presentaron sus resultados para el ejercicio fiscal 2012, que en Japón concluyó el 31 de marzo, marcados ambos por un denominador común: el efecto positivo de la caída de la divisa nipona que incrementó sus beneficios en el exterior a la hora de repatriarlos.
La insólita depreciación del yen, con respecto al dólar y el euro, impulsó con fuerza el último cuarto del año para ambas, lo que ayudó significativamente a Sony a retomar los beneficios tras cuatro años consecutivos de números rojos.
Mientras, Toyota, líder mundial del sector, cerró 2012 con un beneficio casi 2,5 veces mayor que en 2011, gracias en parte a los sólidos resultados del trimestre enero-marzo, último del año fiscal nipón, azuzados por la continuada caída del yen.
El idilio con el desplome del yen, que ha caído desde noviembre cerca de un 20 por ciento con el dólar y un 30 por ciento con el euro, también reforzó los resultados de otras empresas como Hitachi, Toshiba o Nissan, que subrayaron su incidencia durante los beneficios de 2012.
Además, para el actual año 2013 las exportadoras niponas, un pilar que sostiene cerca del 40 por ciento del PIB de la tercera economía mundial, se han mostrado optimistas en sus previsiones de beneficios, al confiar en que se mantenga el tipo de cambio favorable, que cuenta con el favor y la protección del Ejecutivo.
Esta «tormenta perfecta» económica ha sido fruto de dos factores clave: la llegada al poder en diciembre de Shinzo Abe, abanderando una política de estímulos conocida en Japón con el juego de palabras «Abenomics», y las agresivas medidas de flexibilización monetaria aprobadas recientemente por el Banco de Japón (BoJ).
Desde que los primeros sondeos electorales en Japón apuntaron en el mes de noviembre al regreso de Abe como primer ministro, la economía nipona ha sufrido una revolución a la espera de una etapa de bonanza promulgada por el Gobierno.
Abe, de 58 años, no solo aprobó desde el primer día medidas para estimular la economía, generar empleo y revitalizar el sector privado y el gasto público, sino que además sedujo al emisor nipón a comprometerse con el Gobierno en el objetivo común de acabar con una etapa de cerca de 15 años de deflación.
La llegada este año del nuevo gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda, provocó que a principios de abril el emisor aceptara el reto y aprobara un contundente programa encaminado a lograr una inflación del 2 por ciento en un periodo estimado de dos años.
Para ello, anunció una estrategia basada en ampliar la base monetaria del país duplicando la compra de deuda pública nipona y de activos financieros de mayor riesgo.
Desde entonces, este nuevo escenario ha provocado que junto con la fuerte caída del yen, actualmente por encima de 100 yenes por dólar y de 131 yenes por euro, sus mínimos en 4 y 5 años respectivamente, la Bolsa también se haya disparado.
Desde primeros de abril, cuando el BoJ anunció las medidas de flexibilización, el selectivo tokiota Nikkei se ha anotado más de 2.600 puntos, un 22 %, para superar la barrera de los 14.600 puntos.
Además, desde mediados de noviembre, cuando se auguraba la victoria de Abe, el Nikkei ha subido más de un 68 por ciento, unos 6.000 puntos, y ha aumentado solo en 2013 más de un 40 por ciento, o cerca de 4.000 puntos.
Mientras, los inversores no ven el final del túnel de este optimismo y anticipan que alcanzará los 15.000 o los 16.000 puntos más o menos en julio, al tiempo que no descartan que en el último tramo del año logre los 18.000 puntos.
«La confianza en el «Abenomics» está creciendo conforme las políticas monetaria y fiscal y la estrategia de crecimiento empiezan a encontrarse a pleno rendimiento», apuntó hoy Tsutomu Yamada, analista de la correduría nipona Kabu.com, en declaraciones recogidas por la agencia Kyodo.
A pesar de la euforia, otros expertos prefieren ser cautos y avisan de la posibilidad de que este optimismo se frene el mes que viene al ver complicado que la divisa local mantenga su continuada caída, algo que también podría generar efectos adversos para el país, al elevar sustancialmente el coste de sus importaciones.
Además, Japón no se encuentra al margen del escenario económico mundial, con lo que se mantiene expuesto a numerosas incertidumbres financieras, como una posible nueva brecha de inestabilidad de Europa o la llegada de una etapa de desaceleración en China.