Las pinturas de seis niños peruanos de remotas escuelas enclavadas en los Andes se convirtieron en la atracción de una singular exposición presentada, literalmente, bajo la estación de tren de la ciudad de Kamakura, ubicada en la provincia de Kanagawa, como toque final de las exposiciones, la primera en el Centro de Educacion de Kamakura y la segunda, en el Municipio de Kamakura.
Las obras llegaron a Japón por inciativa de la Asociación Kamakura UNESCO que organizó un concurso interescolar de dibujos titulado «Tesoro de mi Pueblo» que tenía como tema la preservación del patrimonio histórico y natural de los pueblos、
El concurso se realiza en Kamakura desde hace 11 años y es la primera vez que se invita a niños del extranjero. El país elegido fue Perú y de manera especial los alumnos de las escuelas que se ubican en el Parque Nacional Huascarán, provincia de Yungay, departamento de Ancash, declarado Patrimonio Natural de la Humanidad en 1985.
Allí se levanta con sus 6.768 metros el Nevado Huascarán y una formidable cadena de picos que superan los 5.000 metros de altura, además de una variedad de flora y fauna que son el orgullo de esa nación.
La elección del Perú para este concurso de pintura no fue una mera coincidencia. Formaba parte de uno de los más hermosos proyectos de asistencia que Kamakura UNESCO realiza en las escuelas ubicadas en la zona del Huascarán desde hace 15 años.
Kamakura UNESCO ha enviado en varias ocasiones donativos en materiales escolares o en efectivo para comprar útiles escolares y para realizar refacciones en las estructuras de las escuelas de esa localidad peruana y hasta para construir una escuela en el distrito de Tambillos como ocurrió en 2001.
La colaboración es tanto económica como afectiva y lo demuestra en los últimos años la realización de cuatro excursiones hasta esos confines de los Andes peruanos de unos 100 japoneses de Kamakura UNESCO.
Esta vez, los lápices de colores que cada año hacen llegar hasta el Huascarán sirvieron para que los niños de escuelas de los distritos de Querococha, Shirapara y Tambillos aprovecharan el concurso para mostrar la riqueza del lugar.
La vida de los pastores, la vicuña, la presencia del cóndor y el zorro andino, los ríos, el cielo especialmente azul y limpio del Callejón de Huaylas, la escuela y las montañas fueron los elementos persistentes en las obras de los niños peruanos.
Los trabajos, seleccionados entre los mejores que se presentaron, pertenecen a Jesús Medina Sigueñas, Joel Medina Espinoza, Kevin Espinoza Molina, Dayana Sánchez Vega, Yamina Pineda Sigueñas y Diana Rimac Pinto, cuyas edades fluctúan entre 5 y 12 años.
Millares de personas, entre vecinos y los miles de turistas que cada día visitan Kamakura, vieron las exposiciónes que compartían niños japoneses y peruanos.
La promoción del concurso entre las escuelas del Huacarán tuvo el apoyo de René Valencia, uno de los supervisores del Parque Nacional, y de la nisei peruana Sayaka Ota quien desde Lima adquirió los útiles escolares que fueron enviados hasta Ancash.
LA NATURALEZA, “EL TESORO QUE POSEEN”
“Son cuadro muy lindos que muestran el cariño que los niños de Huascarán sienten por la naturaleza que los rodea. Es el tesoro que poseen. Deseo que durante toda su vida sigan teniendo este sentimiento”, dijo Koichiro Tamura, director de Kamakura UNESCO.
Como agradecimiento al apoyo japonés, los niños de la escuela de Shirapata no solo enviaron sus dibujos sino también un cuento dedicado a las personas que integran Kamakura UNESCO.
Se trata del cuento titulado “Jirca Auquis”, o “Jirca, el Dios de la Montaña”, creado por los alumnos Joel Carlos Olivas Meza y Kenia Mariella Pineda Cigüenas del tercer año de primaria.
El cuento está editado en cartulina con dibujos hechos en crayola y un texto espléndido que narra la historia de la pastorcita Jacinta que recibe la visita del Dios de la Montaña encarnado en un buen viejecillo que le pide tener fe en él, quien la protegerá de los ladrones de ganado.
Antes de desaparecer, el bondadoso anciano pide a Jacinta que cierre los ojos y le concede como regalo muchas naranjas, manzanas y hojas de coca, pero sobre todo, la tranquilidad de sentirse protegida por la propia naturaleza.
El cuento será publicado en Internet mientras la ayuda a los niños del Huacarán continúa dando sus frutos. Puede que algún día, en un futuro no muy lejano, Japón se entere de que uno de esos alumnos se ha convertido en pintor o en un narrador de cuentos maravillosos.
DATO:
– En la actualidad viven unas 200 familias dentro del área protegida del Parque Nacional del Huascarán, con un estimado de 900 personas. Las escuelas que reciben apoyo de la Asociación de Kamakura UNESCO están en estos límites.
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