El peor acto terrorista sufrido por Japón causó la muerte de 13 personas
Personal del metro de Tokio y afectados por el atentado perpetrado con gas sarín por la secta Verdad Suprema en el suburbano de la ciudad el 20 de marzo de 1995 conmemoraron hoy el 18 aniversario del ataque, que dejó 13 muertos e intoxicó gravemente a miles de personas.
En la estación de Kasumigaseki, una de las más afectadas por el atentado, afectados, familiares de las víctimas, y trabajadores del metro guardaron un minuto de silencio a las 8.00 hora local, hora aproximada a la que se organizó el ataque de forma coordinada.
De manera casi simultánea, cinco miembros de la secta tomaron sendos trenes distintos en plena hora punta matutina del 20 de marzo de 1995 y allí depositaron y perforaron con sus paraguas paquetes de gas sarín, un agente nervioso extremadamente nocivo.
El líquido, transparente e inodoro, que derramaron los paquetes alcanzó casi al instante el estado gaseoso y se propagó por los vagones en pocos minutos.
El ataque, el peor acto terrorista sufrido por Japón, causó la muerte de 13 personas y afectó a unas 6.300, muchas de las cuales sufren hoy graves secuelas físicas.
En la estación de Kasumigaseki fallecieron dos trabajadores del metro que retiraron los paquetes con gas nervioso depositados en uno de los convoyes.
En esta estación y en otras cinco del suburbano tokiota se habilitaron hoy altares para depositar flores en recuerdo de las víctimas.
Desde 1996 los tribunales han procesado a casi 200 miembros de Verdad Suprema, emitido cinco condenas de cadena perpetua y confirmado 13 penas de muerte, entre ellas la de su fundador, Shoko Asahara, cuyo verdadero nombre es Chizuo Matsumoto.
De momento, ninguna de las ejecuciones se ha llevado a cabo porque la ley japonesa establece que todas las sentencias de los cómplices del delito deben ser firmes antes de poder aplicarse la pena capital.
El año pasado la policía logró detener a los tres últimos fugitivos de Verdad Suprema que quedaban en libertad, y que permanecieron fugados durante 17 años.
Los procesos judiciales abiertos desde 1996 han dejado muchos aspectos de la trama sin despejar, incluyendo la motivación de los atentados, en parte porque Asahara, hoy de 57 años, ofreció testimonios muy confusos antes de ser condenado a muerte definitivamente en 2006. (EFE)