Índice Nikkei cierra el año mejor de lo que comenzó
La Bolsa de Tokio vivió el viernes la última sesión bursátil del 2012, un año que terminó bien para el principal índice del parqué japonés, el Nikkei, que superó los 10.300 puntos y se anotó ganancias del 23 por ciento, de las más altas entre las grandes bolsas mundiales.
Este 2012 supone además la primera vez en los últimos tres años que el selectivo concluye mejor de lo que comenzó, mientras que el incremento del 23 por ciento anual ha sido el mayor porcentaje registrado desde que en 2005 subió un 40 por ciento en todo el ejercicio, según subrayaron los analistas locales.
El Nikkei logró cerrar su última cotización del año en 10.395,18 puntos, su máximo en 21 meses desde marzo de 2011, cuando el noreste del país fue arrasado por un tsunami que provocó además la peor crisis nuclear desde Chernóbil en la central atómica de Fukushima Daiichi.
El cierre supone la primera vez desde 1999 en que el índice tokiota logra alcanzar su máximo anual en la última cotización del año.
Sin embargo, el parqué nipón solo ha acelerado el ritmo en los últimos meses del año, gracias principalmente al cambio de Gobierno en Japón y a las promesas de su nuevo primer ministro, Shinzo Abe, cuya obsesión es revitalizar la economía del país.
Tras abrir el año ligeramente por encima de los 8.500 puntos y superar la barrera psicológica de los 10.000 en marzo, el Nikkei tocó su mínimo del año (8.295,63 unidades) el 12 de junio, afectado por el aumento de la incertidumbre en torno a la crisis de deuda europea.
No obstante, el indicador logró remontar el vuelo a partir de septiembre, y con especial brío a partir de noviembre, una vez que se anunció la disolución de la Cámara Baja y la convocatoria de elecciones anticipadas para el 16 de diciembre.
Desde el primer momento en que se vislumbró el fin del mandato del ahora opositor Partido Democrático (PD), los inversores mostraron su apuesta en la capacidad para impulsar la recuperación de la tercera economía del mundo por parte del nuevo Gobierno de Abe, líder del histórico Partido Liberal Demócrata (PLD).
Una vez convocadas las elecciones, Abe comenzó a hablar de la necesidad de que el Banco de Japón (BOJ) adopte medidas de flexibilización monetaria ilimitadas y elevara su objetivo inflacionista del 1 al 2 por ciento, un mensaje que pareció calar en el optimismo de los inversores.
Desde entonces, el euro y el dólar han remontado con respecto al yen, algo que favorece a los grandes exportadores japoneses, que aportan casi el 40 por ciento del producto interno bruto (PIB), y que ha permitido los importantes avances de la Bolsa de Tokio en los últimos dos meses.
El yen, considerado una divisa refugio, mantuvo hasta noviembre una persistente trayectoria al alza que le llevó a rozar máximos frente a la moneda europea y el dólar en el último año.
En este sentido, la divisa nipona comenzó el año intercambiándose con el dólar en la banda alta de los 76 yenes, mientras que en esta última cotización lo ha hecho en la media de los 86 yenes, su mínimo desde agosto de 2010.
Del mismo modo, con la moneda única el yen se cambió a primeros de 2012 en la banda de los 98 yenes, en medio de la crisis de deuda, mientras que cierra 2012 en la media de los 114 yenes.
Su fortaleza ha supuesto un enorme quebradero de cabeza para grandes empresas como Toyota o Sony, que vieron recortados sus beneficios en el exterior al repatriarlos, y que ahora se frotan las manos al haber previsto para este año tasas de cambio con el dólar de 80 yenes y con el euro de 100 yenes.
A pesar del optimismo, los analistas advierten de que las promesas de Abe deben comenzar a cristalizarse en medidas concretas en las próximas semanas.
La primera de ella podría llegar tras la reunión de la junta de política monetaria del BOJ, que tendrá lugar el 21 y el 22 de enero, y de la que se espera que salgan nuevas medidas de estímulo, gracias a la presión impuesta hasta ahora por Abe.
No obstante, sobre la economía nipona se cierne la amenaza del llamado «precipicio fiscal» en EEUU, que de no solucionarse podría reinvertir la situación y afectar a la línea de flotación de la economía nipona, en recesión técnica y con la mayor deuda pública del mundo industrializado, de casi el doble de su PIB. (EFE)
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