Cien grabados del artista español se exhiben en el Instituto Cervantes
La colección de cien grabados de Pablo Ruiz Picasso conocida como «Suite Vollard» se expone estos días en el Instituto Cervantes de Tokio, en una gran muestra que sirve de «aperitivo» al año Japón-España que se celebrará en 2013/2014.
La exposición cuenta con la colaboración de la Fundación Instituto de Crédito Oficial (ICO), propietaria desde 1991 de esta serie, una de las pocas completas que existen de estos grabados que el pintor malagueño realizó entre septiembre de 1930 y 1937.
Estos fueron fruto de un encargo de su amigo y marchante de arte Ambroise Vollard, que obtuvo en 1937 la serie inicial de 97 cobres grabados a cambio de un número importante de cuadros que Picasso deseaba para su colección, entre ellos algunos de Henri Matisse o Edgar Degas.
A los 97 grabados iniciales se sumaron tres retratos del propio Vollard incluidos también en la muestra de Tokio, que «va a situar a los japoneses en el primer tercio del siglo XX español y les va a hacer ver cómo se vivía en la España de aquella época», explicó a Efe el director del Instituto Cervantes de Tokio, Antonio Gil.
La exhibición supone también «una especie de preactividad para el Año de España en Japón, que se iniciará en octubre de 2013 hasta octubre de 2014», detalló Gil.
Ese año conmemorará los cuatro siglos de relación entre España y Japón y la muestra de Picasso representa de algún modo «el pistoletazo de salida a una serie de actividades culturales que los dos países van a hacer conjuntamente», agregó.
Dividida en varios bloques, la exposición explora la vida íntima y la evolución del arte de Picasso, desde sus preocupaciones estéticas a sus entusiasmos amorosos, sus estados anímicos y su visión como artista sobre el modelo y la obra.
Uno de los bloques más importantes de la serie es el integrado por 46 grabados dedicados al «estudio del escultor», la mayoría de ellos realizados entre marzo y mayo de 1933 en ocasiones a un ritmo de más de tres planchas diarias.
En este apartado Picasso confronta su obra con grupos escultóricos clásicos, como un cara a cara del arte moderno y el clasicismo, en escenarios que a menudo incluyen al escultor en el taller junto a una mujer en la que se puede reconocer a Marie-Thérèse Walter, modelo y amante del malagueño.
Desde su primera exposición en Santo Domingo en 1992, la colección de la Fundación ICO ha visitado lugares como Kiev (2007), El Salvador (2003) o Washington (1993) antes de viajar a Tokio, donde se podrá ver hasta el próximo diciembre. (EFE)
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