Sitios web canalizan y coordinan apoyo a los supervivientes del desastre
Maribel Izcue / EFE
Un año y medio después del devastador tsunami que asoló el noreste de Japón, internet y las redes sociales se mantienen como un poderoso instrumento para dar asistencia y difundir la voz de los miles de desplazados que aún sufren las consecuencias del desastre.
El terremoto de 9 grados que sacudió el archipiélago el 11 de marzo del año pasado bloqueó buena parte de las líneas telefónicas, pero internet resistió y se convirtió en un recurso crucial para coordinar la ayuda en plena crisis.
En un país caracterizado por el acceso a la tecnología, pronto nacieron cientos de páginas web y perfiles en redes sociales como Facebook y Twitter para ayudar a las víctimas y hoy, 18 meses después, muchas de ellas siguen activas para que los cerca de 340.000 desplazados no caigan en el olvido.
Según los últimos datos, la peor catástrofe que azotó Japón tras la II Guerra Mundial causó 15.870 muertos y 2.846 desaparecidos, destruyó más de 393.000 viviendas y dejó 27,5 millones de toneladas de escombros, además de la peor crisis nuclear tras la de Chernóbil.
Pocos días después del desastre, Takeo Saijo, un profesor originario de la ciudad nororiental de Sendai, llenó su furgoneta con material de emergencia y viajó a la ciudad de Minamisanriku, en el corazón de la zona golpeada por la tragedia.
Allí comprobó que, mientras los principales refugios contaban con la ayuda «oficial», muchas comunidades pequeñas carecían de las cosas más básicas: «Para comer solo tenían alimentos caducados (…). Me di cuenta entonces de que la ayuda de emergencia no había llegado a esta gente en absoluto», explica en su web.
A partir de ahí puso en marcha una campaña en Twitter y pronto sus seguidores empezaron a contarse por miles. Así nació el proyecto «Fumbaro Eastern Japan» («Resiste Japón Oriental») con una web en la que, hasta hoy, cualquiera puede enviar a las comunidades de desplazados desde una simple botella de agua hasta pilas o jabón.
No es la única en buscar el lado más práctico de internet: «Tasukeai Japan» es hasta hoy uno de los principales portales de coordinación de voluntarios, con anuncios de ONG que piden manos para el noreste o relatos en primera persona desde las zonas en reconstrucción.
También hay enlaces a otras webs como la creada por el Centro de Diseño Nipón, que con el nombre de «311 Scale» detalla «sin dramatismo ni opiniones» el nivel de radiactividad en distintos puntos de Japón y muestra, por ejemplo, que el de Tokio es esta semana inferior al de París o Hong Kong.
Cómo tomar medidas para evitar la contaminación radiactiva o ejercicios físicos que ayuden a sobrellevar una estancia prolongada en un refugio temporal son algunas de las pistas de la «wiki» (web colaborativa) «Olive», donde cualquiera puede colgar recursos que considere útiles para afrontar situaciones de emergencia.
Aquí es posible encontrar información que va desde cómo crear un retrete sin agua, hasta cómo fabricar una linterna con una lata de aluminio o numerosas técnicas para preservar los alimentos, evitar la hipotermia o luchar contra la deshidratación.
A este tipo de páginas se suman decenas de perfiles que recuerdan la tragedia de 2011 en redes sociales como Facebook, la vía elegida también por municipio de Rikuzentakata, uno de los más afectados por el tsunami, para pedir asistencia para preservar el único árbol de esa localidad que quedó en pie tras la catástrofe.
Más allá de Japón también han nacido otras iniciativas en internet como la del canadiense Museo Marítimo de la Columbia Británica, para que los usuarios de Facebook a ese lado del Pacífico suban fotos de los objetos que, arrastrados por el tsunami, lleguen a la costa para que sus propietarios nipones puedan reclamarlos.
Son varias las toneladas de restos que flotan desde hace 18 meses en el Océano Pacífico y, según los expertos, podrían ir llegando a las costas de Norteamérica durante unos dos años a partir de octubre.