Estudiante de 13 años era forzado a comer abejas muertas y participar en juegos en los que se simulaba su muerte
La escuela secundaria de la ciudad de Otsu (prefectura de Shiga), a la que pertenecía el niño de 13 años que se suicidó tras sufrir hostigamiento escolar, obligó a sus padres a firmar un documento que los comprometía a no revelar los resultados de las investigaciones que se realizaron tras la muerte del estudiante, reveló Mainichi Shimbun.
El chico se quitó la vida saltando desde un complejo de apartamentos el 11 de octubre de 2011. Poco después, la escuela llevó a cabo dos estudios a petición de la familia. La escuela, sin embargo, se negó a revelar los resultados a menos que los padres firmaran un compromiso de confidencialidad.
En el documento, los padres reconocían que la información obtenida era reservada y se comprometían a mantenerla como tal.
Las investigaciones contenían abundante información sobre el sistemático maltrato del que era víctima el niño.
El padre declaró que firmó el documento de mala gana a pedido de la escuela, y admitió que si no lo hubiera hecho, la verdad se habría descubierto mucho antes.
Los resultados de la primera investigación fueron presentados el 28 de octubre. La junta educativa de la ciudad reconoció que el niño era blanco de actos violentos (por ejemplo, era obligado a comer abejas muertas). Sin embargo, no admitió que hubiera una relación de causa-efecto entre el bullying y su suicidio. El estudio fue hecho con la condición de que no fuera publicado.
La junta solo hizo públicas las declaraciones de un estudiante, entrevistado para el segundo estudio, quien dijo que el niño había sido sometido a una especie de «juego de funeral», en el que se simulaba su muerte.