El Gobierno nipón pidió hoy al embajador sirio en Tokio que abandone el país, según confirmó el ministerio de Asuntos Exteriores de Japón.
Según indicó un portavoz ministerial, el responsable de Asuntos Exteriores de Japón, Koichiro Gemba, ha llamado personalmente al embajador sirio para pedirle que se vaya lo antes posible del país, en respuesta a la masacre de civiles por parte del régimen de Bachar al Asad.
El caso más concreto se refiere a lo ocurrido el 25 de mayo cuando fuerzas del gobierno sirio mataron a 108 civiles, entre ellos una treintena de niños en la localidad de Al Hula.
Japón ha actuado en línea con los países occidentales que ayer comenzaron a expulsar a los embajadores sirios de sus legaciones.
QUÉ OCURRIÓ: TESTIMONIO
Una anciana que perdió a su familia o la historia de un niño de ocho años que vio cómo mataban a su amigo de trece años son algunos de los testimonios que ha recabado Human Rights Watch (HRW) sobre la masacre del pasado fin de semana en Al Haula, en el centro de Siria.
Algunos supervivientes de la matanza, en la que falleció más de un centenar de personas, contaron a HRW que el ejército sirio bombardeó la zona el pasado 25 de mayo y después hombres armados, con uniformes militares, irrumpieron en varias viviendas de las afueras de Al Haula y ejecutaron a familias enteras.
En un comunicado, HRW destaca que todos los testigos afirmaron que los hombres armados eran partidarios del Gobierno, pero subraya que no sabían si eran miembros del Ejército o de milicias progubernamentales, denominadas «shabiha».
Según esos testimonios, poco después del mediodía del viernes pasado, los soldados apostados en un puesto de control en la localidad de Taldu, en la zona de Al Haula, abrieron fuego para dispersar una manifestación en una acción que fue respondida por hombres armados de la oposición que atacaron a los militares.
Los testigos señalaron que en represalia las fuerzas armadas bombardearon después intensamente el área.
Sobre las 18.30 hora local (15.30 hora GMT), hombres en uniformes militares entraron en varias casas en la carretera que conduce a la presa de Al Haula.
Una de las supervivientes, una anciana de la familia Abdel Razak, explicó a HRW que aquel día estaba en su domicilio con sus tres nietos, tres hijas, su nuera, su cuñada y un primo:
«Estaba sola en una habitación cuando escuché a un hombre, que estaba gritando a mi familia. Yo me escondí detrás de la puerta y vi a otro hombre de pie junto a la entrada y otro dentro de la casa. Llevaban ropa militar. No pude ver sus caras», recordó.
Tres minutos después, la mujer escuchó los gritos de sus parientes y los lloros de los niños, de entre diez y catorce años.
«Me tiré al suelo e intenté arrastrarme para ver lo que pasaba -siguió-. Cuando me acerqué a la puerta, escuché varios disparos. Estaba horrorizada. Oí que los soldados se marchaban. Miré dentro de la habitación y vi a todos los miembros de mi familia (muertos) con disparos. Tenían tiros en sus cuerpos y la cabeza».
Otro niño de la familia Abdel Razak narró a HRW cómo mataban a su amigo Shafiq de trece años, cuando estaba en su casa con su madre y sus primos.
De repente, escucharon disparos y su madre lo escondió en el establo de la casa.
«Oí hombres gritando y a gente, sobre todo, mujeres, llorando. Miré a través de la ventana, lo hacía a hurtadillas, tenía miedo de que me descubrieran. Hombres que vestían como soldados, de verde y con zapatos blancos, entraron en nuestra casa», rememoró el menor.
Entonces, el pequeño vio a su amigo Shafiq en el otro lado de la calle, «un hombre armado con uniforme castrense lo agarró y lo llevó en la esquina de una casa. Le quitó su propia arma y le disparó en la cabeza. Su madre y su hermana mayor -creo que tenía 14 años- salieron y comenzaron a gritar y a llorar. El mismo hombre les disparó», agregó.
HRW instó al enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe, Kofi Annan, que hoy llegó a Damasco, a que presione al régimen de Damasco para que dé permiso a una comisión de investigación de Naciones Unidas para que lleve a cabo pesquisas sobre la masacre.
El Gobierno sirio negó ayer cualquier responsabilidad en el ataque y adelantó que un comité militar judicial llevará a cabo una investigación.
La directora de HRW para Oriente Medio y Norte de África, Sarah Leah Whitson, consideró que «no hay manera de que una comisión castrense siria pueda investigar con credibilidad este crimen horrendo donde bastantes pruebas sugieren que fuerzas progubernamentales fueron responsables».