Visitantes pueden admirar 123 obras del pintor español
«La maja vestida» de Francisco de Goya ha regresado a Japón, después de 40 años, en una gran exposición con más de un centenar de obras del genial pintor inaugurada en el Museo de Arte Occidental de Tokio con la presencia de la ministra española de Cultura, Ángeles González-Sinde.
La muestra «Goya: Luces y sombras», con 123 obras del artista aragonés (Fuendetodos, España, 1746 – Burdeos, Francia, 1828), repasa cronológicamente la sociedad de la época con cuadros que permiten «entender mejor las sombras de la vida y el presente convulso de este mundo», afirmó la ministra durante la presentación.
Hasta el próximo 29 de enero, la exhibición, que incluye más de 70 obras del Museo del Prado de Madrid ,»abre una puerta al público japonés» que le permitirá descubrir que «Goya vivió, como nosotros, una época de crisis, de fuertes transformaciones históricas y sociales», y cómo «reflexionó y buscó sin descanso respuestas a través del arte», añadió González-Sinde.
La inauguración estuvo presidida por la princesa Takamado, miembro de la familia imperial nipona y presidenta honoraria de la Sociedad Hispánica de Japón, que visitó con entusiasmo la muestra y recibió las explicaciones de la mano del director del Museo del Prado, Miguel Zugaza.
La exposición se articula a través de una decena de salas en las que el público nipón puede conocer las universales pinturas, estampas, dibujos y grabados del artista español, «fundamentales para entender la rica y completa personalidad de Goya», aseguró Zugaza.
«Nunca antes un grupo tan numeroso de obras de Francisco de Goya se han presentado simultáneamente fuera de su sede en Madrid», en «una visión completa del pintor» que ni siquiera quienes visitan a diario del Museo del Prado pueden disfrutar, agregó.
La exposición comienza con una retrospectiva del artista bajo el título «Así es como soy», en la que figura su «Autorretrato», pintado en 1815, algunas piezas de la serie «Los Caprichos», entre ellas «Los sueños de la razón producen monstruos» (1799), o documentos como la «Carta de Goya a Martín Zapater» (1794).
Un recorrido que da paso a pinturas de crítica social y cartones para tapices, como «El quitasol» (1777) o «La riña de gatos» (1786-1787), y a la sala dedicada a la mujer que, sobre un fondo rojo, protagoniza «La maja vestida» (1800-1807).
El cuadro, obra principal de la exposición, regresa a Japón en una de sus raras salidas de España y está acompañado por una veintena de obras como «Las lavanderas» (1779-1780), «La duquesa de Alba y la beata» (1795), y aguafuertes de la serie «Los Caprichos» como «Volaverunt» (1797-1798).
Según Zugaza, la muestra alberga «la variedad de las técnicas en las que supo representar el mundo cambiante, en crisis» de los siglos XVIII y XIX, época en la que vivió el pintor y que plasma en sus «sueños», caricaturas, obras de tauromaquia y «asnerías», sus sátiras del comportamiento humano protagonizadas por asnos.
En los pasillos del Museo de Arte Occidental de Tokio, las «luces y sombras» del artista también recogen sus retratos oficiales como el de «Carlos IV, de rojo» (1789) o «Gaspar Melchor de Jovellanos» (1798), que dan paso a la etapa oscura del pintor.
Esas obras, en las que «pintó la oscuridad y la crueldad del ser humano», muestran un Goya que «acabó cuestionando el concepto tradicional de belleza en el arte occidental y extrayendo de las sombras y tinieblas todo aquello que le convertiría en el artista universal», afirmó González-Sinde.
En estas pinturas el público japonés podrá recordar «uno de los manifiestos estéticos más hermosos y sutiles que se han escrito nunca, ‘El elogio de la sombra’, de Junichiro Tanizaki», escrito en 1933 y en el que se descubre la belleza de las sombras, añadió la ministra.
Se espera que la exposición sea la antesala del Año de España en Japón, que se prevé celebrar entre el 2013 y 2014 con motivo del 400 aniversario de la primera misión que Japón envió a España, dijo González-Sinde, que se encuentra en Tokio desde el martes para una visita oficial de siete días.
A pesar de que algunas exposiciones se cancelaron en Japón tras el terremoto de marzo y la crisis nuclear de Fukushima, la muestra de Goya siguió adelante porque «creímos -concluyó Zugaza- que más que nunca era necesaria la colaboración de España y El Prado con nuestro país amigo». (Javier Picazo / EFE)
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