Mario Moreno creó un personaje comparable al Charlot de Chaplin
«Parece que se ha ido, pero no es cierto», fue la frase elegida para su epitafio por el genial cómico mexicano Mario Moreno, más conocido como Cantinflas, que el 12 de agosto cumpliría cien años. No sabía don Mario hasta qué punto era cierta.
Fue el creador de un personaje sólo equiparable al Charlot de Charles Chaplin, por su original y desarrapada forma de vestir y comportarse, y por ese bigote surrealista que subrayaba sólo con dos trazos los bordes de su labio superior.
Pero, sobre todo, con él creó también un lenguaje disparatado e incongruente, que en la mayoría de las ocasiones era imposible de entender, llevando así su humor a los límites del surrealismo.
Se cumple el centenario de su nacimiento y a pesar del tiempo pasado, su humor global, el primero en trascender fronteras en lengua española, sigue de plena actualidad; de hecho, se prevé una reedición en 3D de una de sus cintas más famosas, la que supuso su desembarco en Hollywood: «La vuelta al mundo en 80 días».
Dirigida por Michael Anderson en 1956, la película -que recibió cinco Óscar- mostró al mundo el humor del mexicano, una forma de hacer reír que, a pesar de estar muy alejada del gusto sajón, arrasó en el entorno hispanohablante.
Moreno inventó un nuevo modo de hacer humor, su personaje, Cantinflas, era una caricatura del pobre más pobre, del más borracho y arrastrado, y su forma de hablar, que se iba volviendo progresivamente incomprensible e incongruente, le daba el toque surrealista necesario para reírse hasta de lo más tremendo.
Y así llegó y arrasó en España, en pleno franquismo, con su humor y su gestualidad inocente, y su manera de hacer que su «peladito» quedase por encima de los poderosos, gracias a sus ocurrencias, simples, pero determinantes, que tan bien enganchaban con el público español.
Su influencia fue tal que la Real Academia Española reconoció el verbo «cantinflear»: Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada; y los sustantivos «cantinfleo»: Acción y efecto de hablar mucho con escasa o nula coherencia, y “cantinflas” para definir a una persona «que habla o actúa como Cantinflas».
Sus parodias de vaqueros, boxeadores, policías o curas, e incluso, de los tan respetados toreros, a los que imitaba en sus movimientos mientras se recogía un pantalón tres tallas más grande de la suya atándolo con una cuerda a la cintura, compusieron un universo tan personal como divertido y, a la vez, tan evidente como metafórico.
Para muchos -algunos historiadores incluidos- Cantinflas fue un símbolo del pueblo mexicano.
Además de ser un líder en los negocios, el actor estuvo involucrado en asuntos de la política de su país, tanto que hubo peticiones populares de candidatura a la Presidencia de la República.
También conocido como «el mimo de México» o «el Charlot mexicano», Mario Moreno consiguió levantar pasiones desde sus apenas 1,70 metros de estatura, y no tanto por su «sex-appeal» como por su magnética personalidad.
Cantante, escritor, actor, compositor y productor, Mario Moreno rodó, con Cantinflas como protagonista disfrazado de una u otra manera, 51 largometrajes que dieron la vuelta al mundo.
Mario Moreno, que visitó por vez primera España en octubre de 1946, fue finalista del Premio Príncipe de Asturias de las Artes en mayo de 1992 y en abril de 1993. Entonces, ya estaba muy enfermo.
Murió a los 81 años de un cáncer de pulmón (es también famosa su imagen con un pitillo en la mano o en la boca), el 20 de abril de 1993, y sus cenizas yacen en el panteón familiar de Ciudad de México. (Alicia G. Arribas / EFE)
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