Autorización se concederá a una persona por familia y por un máximo de dos horas
En el territorio convertido legalmente en zona de exclusión, 20 km alrededor de la planta nuclear de Fukushima, vivían unas 80.000 personas antes del devastador tsunami del 11 de marzo.
La mayoría de los vecinos fueron evacuados tras el desastre, pero todavía había algunos, en su mayoría ancianos, que se resistían a dejar sus hogares.
A falta de una cifra oficial, medios locales calculan en más de medio centenar las casas ocupadas y que ahora pueden ser desalojadas en virtud de la nueva orden.
La urgencia de la situación del 11 de marzo hizo que los vecinos dejaran atrás documentos de identidad, dinero, libretas bancarias o pasaportes, por lo que en las últimas semanas muchos habían regresado para recuperarlos, según la cadena pública NHK.
Por eso, pese a la nueva prohibición de paso, el Gobierno ha asegurado que concederá permisos especiales para que los residentes puedan entrar brevemente en la zona de exclusión para recobrar sus pertenencias.
Los permisos se darán a un solo miembro de cada familia, que podrá estar en el área un máximo de dos horas, enfundado en un traje protector y con un dosímetro para medir la radiación.
Aquellos que entren estarán acompañados por expertos de la central nuclear y, al salir de la zona, serán sometidos a un examen de radiactividad, detalló el ministro portavoz, Yukio Edano.
De estos permisos quedarán excluidos los vecinos que vivían a menos de tres kilómetros de distancia de la maltrecha planta nuclear, como medida de precaución en caso de que la situación empeore, según Edano.
Mientras tanto, la mayoría de los evacuados vive en gimnasios, escuelas y otras instalaciones habilitadas como refugios, algunas de las cuales fueron visitadas por el primer ministro Naoto Kan, quien les pidió comprensión.
Kan prometió a los refugiados que su Gobierno les dará todo el apoyo posible para reconstruir sus vidas, lo que no impidió que algunos le trasladaran su inquietud por la incertidumbre sobre su futuro, según la agencia local Kyodo.
«Todos estamos ansiosos por lo que pueda pasar. Y los niños (evacuados) apenas están empezando con sus vidas», dijo a Kan ante los periodistas una anciana, con su nieta de cuatro años, refugiada en un gimnasio en la ciudad de Tamura, a poco más de 30 kilómetros de la central.
Por ahora, los evacuados por la crisis nuclear -que se suman a las decenas de miles de refugiados por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo- no tienen nada claro sobre su futuro. (EFE)
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