Japón se clasificó hoy para la final de la Copa de Asia 2011, que se celebra en Qatar, al derrotar en la tanda de penaltis a Corea de Sur, en el mejor y más emocionante partido del campeonato.
El portero Eiji Kawashima, del Lierse belga, fue el héroe de los «samuráis azules» al detener dos de las penas máximas, en una «lotería» en la que los «guerreros de Taeguk» no fueron capaces de anotar un solo tanto tras haber empatado el choque «in extremis» en el minuto 119.
Desde el primer minuto, la línea de tres de creación nipona, formada por Keisuke Honda (CSK Moscú), Makoto Hasebe (Wolfsburgo) y Shinji Kagawa (Borussia de Dortmund) se apropió del esférico, lo movió con mucho criterio y buscó los espacios obligando a los coreanos a correr más de la cuenta.
Por detrás, muy atentos a las ayudas y a las coberturas, Yasuhito Endo (Gamba Osaka) y Atsuto Uchida (Schalke 04) desactivaron el juego de Park y las opciones del centro del campo de enlazar con sus estiletes.
La figura del partido fue, sin embargo, el lateral del Cesena italiano, Yuto Nagatomo, que creó enormes problemas a la zaga coreana con sus subidas al ataque durante todo el partido.
En una de ellas, los hijos del Sol Naciente se pudieron adelantar en el marcador (minuto 16), pero el remate de Shinji Okazaki, que se ha destapado como un gran «9», se topó primero con la buena intervención del meta Jung Sung-Ryong y después con el poste.
Sin embargo, sería Corea del Sur la que cobraría ventaja cinco minutos después al transformar el centrocampista del Celtic de Glasgow Ki Sung-Yueng un claro penalti por empujón a Park cuando se colaba entre dos defensas.
El tanto no desarmó el entramado japonés, que se impuso por una mayor experiencia al joven equipo coreano.
Apenas sin tiempo para disfrutar de una ventaja que no habían merecido, Japón equilibró de nuevo el choque con un excelente gol de de Ryoichi Maeda.
El delantero del Júbilo Iwata, que ha demostrado que atesora una gran calidad, remató con todo un pase de la muerte tras una fantástica incursión del incisivo Nagatomo.
El partido mantuvo la misma tónica tras el descanso, con Japón bien asentado de mediocampo para arriba -pero desajustado en defensa- y Corea del Sur tratando de hilvanar su juego con mucha más asiduidad.
La posesión se equiparó y el partido que convirtió en toma y daca lleno de calidad y oportunidades.
Una de las mejores ocasiones fue una falta directa ejecutada con mucha maestría por el coreano Sung Yueng, al que tras lo visto en este torneo podría quedarle ya muy poco tiempo en la débil liga escocesa.
Al filo del final del partido, Zaccheroni retiró a un cansado Kagawa, que empezó muy fuerte pero se diluyó en la segunda parte, y dio entrada al centrocampista del Asburgo alemán, Hajime Hosogai, que le daría más brío al ataque.
Precisamente Hosogai adelantaría a su equipo en el minuto 105 de partido, al recoger un rechace del portero tras una pena máxima mal lanzada por Honda.
El árbitro saudí había castigado con excesiva rigurosidad un empujón sobre la línea del área grande del defensa Hwang Jae-Won sobre un peleón Okazaki, que fue una pesadilla toda la noche para la retaguardia coreana.
Corea del Sur, consciente de que se le escapaba la posibilidad de llegar a la final tras más de medio siglo sin ganar el campeonato pese a ser uno de los mejores equipos de continente, echó el resto en los quince últimos minutos.
Su perseverancia tuvo fruto en el minuto 119, en el enésimo desajuste de la defensa nipona.
Un balón colgado al área no fue defendido bien y tras una serie de rechaces, Jae Won se resarció de su error en el penalti y llevó a su equipo a la muerte súbita.
Allí, sus compañeros fallaron cuatro de los lanzamientos, ante un Kawashima que tras mostrar algunas dudas en los cuartos, dio a su equipo el pase a la final del viernes y la opción de convertirse en la escuadra más laureada de Asia.
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